El consumo durante un año de dosis elevadas de una forma purificada de resveratrol ha demostrado estabilizar los niveles de un biomarcador (el beta-amiloide 40) que decrece cuando la enfermedad de Alzheimer progresa.
Ésta es la conclusión de un estudio en fase II en 119 pacientes con Alzheimer leve o moderado publicado la pasada semana en Neurology y coordinado por Raymond Scott Turner, director del Programa de Trastornos de la Memoria de la Universidad de Georgetown, en Washington (Estados Unidos).
Es un primer paso importante en investigación, pero al resveratrol aún le queda mucho trecho para representar una opción clínica en Alzheimer, dicen al unísono los expertos consultados por Correo Farmacéutico. Para Alberto Villarejo, vocal del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), marca cómo hacer bien las cosas, al tratarse de “un ensayo clínico, que es el camino adecuado para demostrar que un producto o medicamento funciona. Pero todavía sólo han comprobado que el resveratrol es seguro y modifica algunos parámetros (como ese biomarcador). El objetivo primario de la fase III debe ser el rendimiento cognitivo de los pacientes y su situación funcional“.
Juan Carlos Espín, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), adscrito al Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS)-CSIC de Murcia, ha tenido la oportunidad de comentar estos resultados con el investigador principal del estudio. “Este trabajo estaba principalmente dirigido a evaluar la seguridad tras ingesta crónica de altas dosis de resveratrol. Pienso que es un paso importante en la investigación sobre esta sustancia, pues se trata del estudio más largo a altas dosis de este compuesto descrito hasta la fecha, sin efectos adversos severos”, explica. “Con el resveratrol no se encontraron efectos aparentes relacionados con la clínica de estos pacientes diferentes al placebo. Los autores asumen que se debe probablemente al bajo número de participantes y ya proponen un estudio en fase III, con muchos más pacientes, para evaluar la eficacia”.
Lo más importante de este estudio, a juicio de Elena Alonso, profesora de Nutrición de la Universidad CEU San Pablo, en Madrid, es que el equipo de Turner administró a los participantes 500 mg de resveratrol y vieron que era seguro durante un periodo largo de tiempo“.
Dificultad en humanos
El terreno de la neurodegeneración no es el único en el que se está investigando la utilidad del resveratrol. “Existen multitud de estudios preclínicos (in vitro y en animales) con un amplio abanico de efectos. Las complicaciones vienen al trasladar estos resultados al contexto humano. Normalmente, solemos chocar con las concentraciones utilizadas o la extrapolación del modelo de enfermedad a las personas. En estos modelos, los efectos beneficiosos más contrastados están relacionados con diversos modelos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. El problema es que se generan muchas hipótesis que después en personas se van diluyendo”. En humanos, el grupo de Espín investigó, entre 2009 y 2013, los efectos de un extracto de uva rico en resveratrol que había patentado en el CSIC e incluido en un producto a la venta (Revidox). “Los aspectos medibles sobre los que aporta beneficio este producto están relacionados con el perfil lipídico, inflamatorio y fibrinolítico, según probamos en dos ensayos clínicos en pacientes en prevención primaria y secundaria de riesgo cardiovascular”, resume el profesor del CSIC.
Presencia en la dieta
Estructura química de trans-resveratrol
A diferencia de otros polifenoles -un grupo de sustancias muy numeroso y abundantes en frutas y hortalizas-, la presencia de resveratrol en nuestra dieta es escasa. Se encuentra fundamentalmente en la piel de la uva y el vino tinto, pero en contenidos muy bajos e impredecibles. A pesar de la creencia común, el consumo de vino tinto no viene necesariamente asociado con consumir resveratrol (a veces puede estar presente en el vino, pero siempre en cantidades bajas, muy pocos miligramos por litro, y la mayoría de veces apenas es detectable). Los beneficios del vino no se pueden asociar al resveratrol”. Por tanto, concluye Espín, no hay buenas fuentes de resveratrol en la dieta, añadiendo que “otro error es creer que hay resveratrol en las nueces o usar el chocolate como fuente común de este compuesto, ya que su contenido es casi testimonial”. Alonso señala que el resveratrol “es una sustancia natural (no ajena al organismo y sin efectos adversos) que llega a través de la alimentación, pero en una determinada cantidad. Si se quiere utilizar en una forma farmacológica hay que hacer los estudios propios de un medicamento“.
Por otro lado, el resveratrol tiene propiedad antioxidante, lo que explicaría que este compuesto se esté evaluando en muchas enfermedades asociadas a la oxidación y envejecimiento, que casualmente son las más prevalentes hoy, dice la profesora del CEU. “En estas y otras patologías interviene lo que los americanos han llamado inflammaging: una situación de inflamación baja pero crónica que aparece con la edad”.
Acceso al artículo original: R. Scott Turner et al. A randomized, double-blind, placebo-controlled trial of resveratrol for Alzheimer disease. Published Ahead of Print on September 11, 2015 as 10.1212/WNL.0000000000002035
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