GUADALAJARA, JALISCO (02/NOV/2012).- Los huesos arden. Luz María Hernández dice que están secos y que el frío es el responsable. El dolor regresa cada noche a calarle en el interior de la pantorrilla. No le tiene fe a los fármacos. Ella confía en los remedios que su madre le compartió hace más de tres décadas. Una pomada de árnica es su salvación.
¿Dónde la compró? En la calle. ¿Cuánto le costó? 15 pesos. No hay etiquetas que especifiquen las propiedades de la crema elaborada con una planta considerada medicinal. Tampoco hay indicaciones para su uso, pero Luz María sumerge los dedos en la verdosa pasta. Quiere un alivio inmediato.
El peroné le duele. A veces no sabe ni de qué forma. Hay ardor. Frío. Resequedad. Todo un paquete de síntomas que le anuncian una escena fatal en su mente: “En cualquier momento el hueso me va a reventar. A tronar como una rama seca”.
Luz María ignora la procedencia de la planta empleada para la crema. No le importa. Los médicos le sugieren que retome las pastillas a causa de la entrada a la menopausia: “Que por eso me calan los huesos, pero yo prefiero el árnica, desde siempre me ha funcionado”.
Luz María es también fiel amiga del té de tila, pues el dolor del peroné la fatiga y la bebida caliente le ayuda a conciliar el sueño. La alacena de esta señora está llena de plantas, raíces y hojas secas que se conservan en bolsas transparentes. Cada una tiene una etiqueta con una palabra distinta: manzanilla, romero, verónica, jazmín, yerbabuena.
Como ella, algunas personas confían su salud a la Naturaleza y sus principios activos, capaces de controlar enfermedades que –a su parecer– los químicos no han podido.
Tradición familiar
Ramona Cano vende plantas medicinales en el Mercado Corona de Guadalajara. En su puesto tiene más de tres mil hierbas de todos tamaños, apariencias y aromas. De memoria conoce la función de cada hoja y raíz: que el epazote sirve para incrementar la memoria, la sábila para reducir la tos y las ramas del orozuz para evitar la caída del cabello.
En 30 minutos más de cinco personas acuden al negocio en busca de soluciones que frenen la tortura que aqueja al cuerpo. Ramona tiene más de 50 años de experiencia y su margen de error es mínimo al recetar una planta. Las conoce al derecho y al revés.
Ramona conoce casos de éxito donde las plantas medicinales (fitoterapia) brindan alivio y una nueva opción de salud. Dice que todos los males se pueden tratar con hierbas, desde una sencilla quemadura, incrementar los niveles de fertilidad o hasta sobrellevar el cáncer de próstata.
Ramona aprendió el oficio por sus padres. Asegura que para que las plantas hagan efecto “hay que tener paciencia y ser constante, sobre todo con las enfermedades muy duras. Muchas personas no se curan porque no quieren, pero tampoco se van a aliviar con un solo té”.
Gregorio Nieves Hernández, profesor y responsable del Departamento de Botánica y Zoología de la Universidad de Guadalajara (UdeG), destaca que la efectividad de las plantas medicinales responde a una correcta dosificación, dependiendo del principio activo a utilizar.
El especialista señala que el uso de la herbolaria nace desde que el hombre comenzó a interactuar con la Naturaleza bajo la necesidad de encontrar alimentos y remedios a los padecimientos del organismo hace más de 10 mil años.
Sin embargo, la mezcla cultural con Europa y posteriormente con Asia, introdujo a México especies que incrementaron las opciones de la herbolaria, como la yerbabuena, orégano, tomillo, albahaca, romero y la menta, que en mancuerna con las nacionales (como el árnica, santa maría, tecoma, cola de caballo), actualmente se emplean para combatir la diabetes y problemas de riñón, circulación sanguínea y trastornos gastrointestinales.
Equilibrio constante
A sus 70 años de edad, Ramona Cano levanta un poco su larga falda y presume la ausencia de varices y venas reventadas, como resultado de una vida entregada a las plantas medicinales; ella decidió evitar cualquier tipo de pastilla. “Las plantas rejuvenecen. La gente que es 100% yerbera está sana y fuerte, como la que vive en el campo”.
Ramona respeta a los médicos respaldados por años de estudio, por eso prefiere no hablar sobre la medicina convencional y sus diferencias con las plantas medicinales: “No tenemos tanta ética como los médicos”, pero insiste en que hay tratamientos químicos que lejos de ayudar al cuerpo, lo empeoran.
Javier Barriga Marín, toxicólogo y jefe de Urgencias en Pediatría del Antiguo Hospital Civil “Juan I. Menchaca”, no piensa lo mismo y advierte que el mal empleo e ingesta de las plantas medicinales, puede provocar afectaciones mayúsculas lejos de propiciar el bien deseado para la salud.
Para el experto, la herbolaria padece de una desinformación entre sus consumidores, con mayor impacto en los principiantes que apenas descubren los principios activos y efectos de cada planta. Aunque otorga el beneficio de la duda a las bondades curativas de la planta –pues son los mismos principios empleados en los fármacos-; los errores antes de consumirla son lo que predisponen a una intoxicación que puede ser mortífera.
El especialista señala que para poder consumir una planta, quien la receta debe hacer un diagnóstico exacto de la enfermedad a tratar, aunque sea un simple dolor de cabeza, cosa que no hacen quienes venden libremente estos remedios en los mercados y tianguis.
Ni tan buenas, ni tan malas
El riesgo más importante, expone Javier Barriga Marín del Hospital Civil, es encontrar “una dosificación precisa para este tipo de plantas, y eso es muy difícil. No es lo mismo una planta seca que una fresca, que una joven, ni de mediana edad ni vieja. Ni lo mismo si se utiliza la raíz, el tronco, la flor o las hojas, cada parte tiene distinta dosificación; la concentración del principio activo puede variar si la planta se cosecha por la noche o la mañana”.
El académico de la UdeG, Gregorio Nieves Hernández, comenta que para que la planta tenga mejor efecto deberá estar fresca o deshidratada, “pero a la sombra, para que no pierda muchas de sus propiedades”, y cuando se exceden las dosis “en la mayoría de los casos no hay mucho problema (…) si las plantas no te ayudan mucho, tampoco te perjudican”, explica e incida que dosis indicadas se han aprendido con base en la experimentación.
Aclara que hay plantas con extractos muy riesgosos por su nivel en alcaloides, como el llamado codo o hueso de fraile, que se recomendaba para adelgazar o para desparasitación. Y aunque existen casos documentados de que esta planta cobró dos vidas en 2010 por su ingesta, Nieves Hernández señala que no hay un reglamento que controle su venta y receta al público en general.
“El riesgo de intoxicarse o tener problemas con plantas, hizo que en 1999 la Secretaría de Salud, por decreto, haya prohibido la venta de cerca de 90 plantas que se comercian de manera libre en el país, y sin embargo, se siguen vendiendo en los mercados y los tianguis”, añade Barriga Marín.
El toxicólogo del Hospital Civil advierte que una de cada tres plantas que existen a nivel mundial, contiene principios activos tóxicos, que pueden causar el mismo riesgo que un tratamiento con medicamentos.
Destaca que “recetas” tan simples como el té de floripondio, de jamaica (diurético) u orégano (para la tos), pueden causar intoxicación atropínica, al igual que las complicaciones que generan las infusiones con toloache, ruda o el epazote, éste último empleado para matar lombrices.
Link:
http://www.informador.com.mx/suplementos/2012/414939/6/herbolaria-para-todos-los-males.htm