quinta-feira, 1 de maio de 2014

Hierbas y Plantas Medicinales del Perú según el cronista español Manuel A. Fuentes

Extracto del libro: Antiguo Mercurio Peruano, Tomo II, de Manuel A. Fuentes, Colección Biblioteca Peruana de Historia, Ciencias y Literatura, 1861.


La ortografía se ha dejado intacta.

IV. — De los árboles, yerbas, y demás vegetales.
Aunque sea la consideración de esta materia mas propia, ya de los naturalistas, que han seguido tanto su historia, ya de los médicos que la han tratado tan útilmente á fin de favorecer la conservación del hombre por este medio; con todo me ha parecido conveniente sea una de las principales partes que entre á organizar el cuerpo de esta obra, tanto por su naturaleza y propieda­des, cuanto porque tal cual ligera noticia que expusiese acerca de sus virtudes, cuando no ilustre, puede aprovechar. Sensiblemente nos persuade la experiencia, que según lo mas cálido ó húmedo, es también la producción de los vegetales; y así en los valles se ven árboles, fru­tas y yerbas que no se hallan en la sierra; y en esta nacen otras diversas, de que carecen aquellos, abasteciéndose mutuamente sus habitantes en lo posible. Por esta razón ceñiré, como en todo lo demás, la idea á lo que se contiene de raro en este partido de Trujillo, y en cada uno de los otros iré tratando por su serie lo que posee su suelo, conforme al sistema propuesto en el preliminar.

Los vegetales que tiene Trujillo son comunes casi á todo el resto de estos valles; y aun en algunos partidos de sierra se encuentran muchos, según lo templado, lo frígido, ó húmedo de sus temperamentos, y así he procurado distinguir cada clase en el modo posible, bajo de cuyas prevenciones paso á tratar de lo principal y útil, que contiene este territorio en el reino vegetal.

En la clase de árboles frutales se produce el chirimoyo, cuya fruta es la mas delicada de cuantas se conocen en esta América; pero fría, ventosa, y algo pesada. Su flor es muy fragante, y por tanto, bien estimada para el adorno de las fuentes de mistura : sus hojas tienen la virtud de curar el dolor de cabeza que proviene de aire, calentadas al fuego, y puestas á las sienes.


Los árboles que producen las huanábanas y anonas, que en algo se parecen en la figura y gusto á las chirimoyas, fueron trasplantados á este reino del de Méjico. Las frutas de estos ha persuadido la experiencia ser frias y pesadas.

El de las huayabas es abundante. Se semeja algo á las manzanas, aunque no en el gusto; pero son nocivas y de difícil digestion : son de mejor gusto las que bajan de la sierra, que las que se producen en estos valles.

El que da la nuez es escaso, y esta no iguala á la de España y Chile, aunque su fruta en algo se le parece : su corteza es negra y muy dura, la usan para hacer de ella dulces, y para comerla fresca.

El palto, que da una fruta también de su nombre, es de gusto exquisito comido con sal, aunque no les acomoda á los Europeos recien llegados á esta América; mas luego que la oyen ponderar, se dedican á comerla, y gastándola exceden á los naturales del país en su afición; no es cálida ni fria; es algo pesada, pero sana. La corteza de este árbol sirve para librarse de apostemas, cocida y tomada en agua como pócima.

El lúcumo produce una fruta de buen gusto : su carne, parecida á la yema del huevo, es empachosa y cálida.

El árbol que da las huabas, por otro nombre pacaes, á la hechura de unas bainillas de pallares, pero mucho mayores, es abundante, y su fruto gustoso: este es una especie de estopa ó algodón jugoso, cuyo líquido chupa­do es agradable, pero tragado aquella es nociva y empachosa.

Las cerezas que da el árbol de su nombre, no son en nada semejantes á las de la Península : estas son aquilas acerolas perfectas, hasta en su gusto: es fruta inocente, pero poco grata al paladar.

El árbol que produce los palillos, es estimado por ser su fruta muy gustosa : no se tiene por nociva : en su fi­gura algo se parece á los nísperos de España.

Los higos son aquí sobre abundantes, de gusto excelente y exquisito, aunque ardientes. Dicen ser buenos contra la hidropesía, tomados en ayunas y agua encima.

El árbol del laurel en sus hojas tiene la virtud, que hechas polvo hacen estornudar, y picadas por los lados y puntas en parches, alivian ó quitan el dolor de cabeza.

E1 árbol ajonjolí se da con abundancia en estos valles: su fruto es de grande consumo, por ser uno de los condimentos de las viandas regaladas. La corteza es eficaz para soldar los huesos quebrados, también para las dislocaciones y contusiones, molida y deshecha en vino como emplasto alivia el dolor, y fortifica las partes atormentadas. Usanla también para curar el dolor de pulmones.

El árbol del higueron, que nace copiosamente en los valles, es de mas corpulencia que el higo, aunque en las hojas son semejantes. Picado este, derrama una leche blanca, que sirve á los potrosos para curar sus fracciones, aplicándola á la parle y fajándose. Usanla también y aun las hojas, para dislocaciones, y se cree que esta leche es el caucho, con que en Quito embarnizan la ropa para que no le pase el agua.

E1 paipai produce una tinta negra fina, y la gastan mucho para teñir los cordobanes en Piura, Lambayeque y otras partes, como igualmente algunas telas de algodón, cuales son los capuces, vestuario talar que acostumbran las indias de estos valles.

E1 árbol del aliso se da también en lugares templados, aunque con mas abundancia en los fríos; su corteza sirve para curtir cueros, y sus cogollitos tienen la virtud de supurar apostemas, ó cualesquiera estuberancia, apli­cados á las dichas partes. Afirma el Dr. Laguna ser eficaces para desecar y mundificar, y útil para extirpar empeines.

El ciprés, ó por otro nombre sinamon, es árbol algo grueso y recto : su goma es muy olorosa, así como su madera, que se parece al pino. Usan de esta para guitarras y otras obras curiosas por lo sólido de ella, nunca se apolilla, produce unas agallas como la pepita del durasno: es muy restringente, aplícanla á toda hemorragia.

El arbusto que produce las piñas, no es tan abundante en estos valles : esta fruta es muy fresca, y hacen de ella puesta en infusión de agua, y dejándola fermentar, una chicha que es bebida gustosa y saludable, y antídoto para el vómito negro.

El plátano es un arbusto, cuya hoja es la mayor de cuantos árboles se producen en la América; su fruto, asi llamado siendo guineo, es ardiente; pero el largo, que tira á obscura su corteza, es fresco. El jugo que destila cuando se pica su tronco, es útil contra la ictericia, aunque sea negra.

Los pepinos, que también fructifica un arbusto, son muy nocivos, y hacen cruel estrago en los indios, por ser contrarios á su naturaleza ardiente como es esta fruta.

El paico, propio de estos valles, sirve para curar á aquellos á quienes ha dado aire. El modo que tienen estos moradores de aplicarlo, es calentar las hojas en un plato, y ponérselas al doliente en el lugar, en que le recibió, y ministrarle friegas con las mismas, hasta que sude: sirve también para estancar las diarreas, sacándole á las hojas su sumo espesado con manteca, en forma de espoleada. Acostúmbranlas asimismo cocidas en agua y tomadas como té con azúcar, para quitar los empachos ó embarazos del estómago.

La planta llamada maran, es carnosa, parecida á la tuna; conócenla también estos naturales por los nombres de higo pala, é higochumbo, y tuna simarrona : á su hoja le dicen penca, y con ella suelen cercar las hereda­des. La mas blanca sirve para sogas : el fruto que da es semejante á la tuna, en ella se cria la grana ó cochinilla, que en idioma natural índico la llaman pilcái. Aprovéchanse de ella separándole el capullo blanco ó tela, que está entre la penca y espinas que la defienden, con una aguja de arriero : quitándole esta telilla, forman de ella una pasta que la mezclan con harina de maíz para condensar el humor que producen sus insectos, y para au­mentar la cantidad; pero esto rebaja ó disminuye su legitimo color. Hacen de ella uso en la sierra para el destino del color de grana, tan subido y excelente, que en nada cedería al de nueva España, sino lo adulterasen. Su líquido sin mezcla lo emplean en la sierra para impedir los abortos, bebiéndolo en vino, en el peso de ocho hasta veinticuatro granos. Los animalillos que en­cierran las bainilas de su telilla están llenos de un hu­mor purpúreo que se vé por el microscopio, el cual mezclado con zumo de limón, ó limas agrias, tienen el color perfectísimo. Adonde abunda esta planta es en el partido de Huamachuco.

El agengibre tiene unas raíces de gusto picante, y calidad ardiente : se sirven de él para curar la balbucie ó torpeza de lengua, si proviene de pasmo, trayéndola continuamente en la boca.

El arbusto del turré es pequeño y serpentea por el suelo : son las hojas de figura de una pala, hecha su flor un bo(oncito pequeño rodeado de unas hojitas moradas, las cuales amartajadas, y hecho un emplasto con clara de huevo y vino, sana las dislocaciones de huesos, y sus hojas se echan á las gallinas, porque dicen que comidas contribuyen á poner con repetición.

El arbusto taparte es muy apreciado para el mal de caderas, tomando su agua cocida, y lavándose la parte dañada : sus hojas por lo regular son dos ó tres, que salen de cada vena, y se observa en estas la particularidad de que tocadas con la mano, palo ú otra cosa, se recogen y cierran como las hojas de un libro, de modo que cuantas contiene el arbusto siguen esta misma contracción : el cómo se propaga esta moción en aquellas á que no comprendió el contracto físico, es un punto que reservo para que los naturalistas discurran, según sus prin­cipios, lo mas racional sobre esta maravilla.

El achote se da en los lugares ardientes : crece mas ó menos, según la fertilidad de la tierra: su hoja tiene la figura de un corazón, produce su fruto en un erizo, que incluye abundantes pepitas coloradas pequeñas, co­mo untadas de vermellon, las cuales si se lavan, sueltan todo su color, del que asentándose recogen alguna porción, y hacen panes, los que desleídos en agua, sirven para darle color al alimento.

Abunda en estos paises un bejuco, que da una fruta, á que llaman sus moradores granadilla, muy fresca y exquisita. Las. pepitas de que se compone entre su caldo ó agua, que encierra el calabasillo ó tutuma, son pesadas para los estómagos delicados, por ser de difícil digestión : es á la verdad este vegetable muy prodigioso, y ha dado bastante materia á la escritura de los historiadores regnícolas, por la peregrina circunstancia de ser su flor signo rememorativo, y el mas fiel retrato de la dolorosa pasión de Nuestro Redentor, por contenerse en ella todos los instrumentos, que concurrieron á este mis­terio, y otras maravillas largas de referirse, y que podrá ver el curioso con admiración en el señor Solorzano en la obra de suPolítica Indiana.

El bejuco que da los tumbos, es muy estimado, esta fruta no es común á todos los valles ni sierra. Es fruta muy cordial é inocente.

El bejuco llamado amarrajudió, es antídoto contra el veneno de la vívora, poniéndolo amortajado en la picadura, y quitándole sus venillas : ataja el cáncer aplicándolo molido, y mezclándolo con unto sin sal, que puesto asi en la llaga cancerada, se sujeta el emplasto, atando encima una hoja de floripondio untada con aceite de almendras.

Las yerbas que aquí se conocen por medicinales, son también, como se ha dicho, comunes á todos los valles de esta Intendencia, y así se irán proporcionando en cada partido, según sus circunstancias.

La altamisa se produce en los valles, y en todo temple de la sierra : hacen uso de esta para baños de pies, con que curan las constipaciones : aplícanla también á las mujeres para facilitar los partos, tomando el vaho de su cocimiento. Asienta Dioscórides, que tiene la virtud de desopilar la madre y deshacer la piedra.

La angusacha, que nace en todo lugar caliente, significa en castellano yerba correosa, la acostumbran molida, y hecha emplasto para maduras apostémas. De su tallo hacen pelotillas para aplicarlas á las fuentes por sus purgantes, reducidas sus hojas á polvos, sirven para curar las llagas de la uta, que es un insecto venenoso que se cria en la carne.

La yerba mora es usada para extraer los gusanos de las muelas y dientes picados, en esta forma : se envuelve en un palito un poco de algodón, humedeciéndose este con las frutitas de aquella y sus pepitas, este palo asi dispuesto se quema, y recibiéndose su humo por la boca, le hace babear tanto al paciente que salen aquellos insectos, que arrojando la saliva en un vidrio ó taza, sen­siblemente se ven.

El mastuercillo tiene su consumo para los dolores cólicos, cociendo sus hojas en agua con sal en lavativas, y sin esta la primera: su raíz amasada con unto, haciendo una pelotilla de algodón, y aplicada en la oquedad de la muela, ó su agujero picado, suele quitar muchas veces el dolor.

La yerba llamada chinchin, sirve para teñir el color amarillo : con toda su planta se hace el tinte, hirviendo con ella la tela, si es de lana, después de enjebada en el cocimiento fuerte de ella, y en queriendo subir su color, repiten los hervores de la ropa en este : si la tela es de algodón, se hace esta propia operación, pero sin enjebarse. Cocidas, y bebida su agua, la dan para los que padecen ictericia.

Las hojas de la yerba pul cocidas, supuesto el enjebe de la tela, da un color muy permanente anaranjado, no hacen de esta uso en los valles; pero en la sierra, en cuyas inmediaciones se produce, se valen de ella con estimación para este efecto.

La yerba santa, conocida por unos, y vulgarmente hedionda por otros, particularmente la de palo prieto, es no solo estimada por sus admirables efectos, sino que es la que mas consumo tiene en estos paises : es eficaz, ya estrujada, y ya cocida; para corregir la cólera, refrescar y atemperar la sangre, tomándola en ayunas, y si vomita se le repite al doliente, y en este caso no debe tomar caldos sino poleada de maíz, pues este brebaje con­tribuye pasado el tiempo oportuno por alimento útil. Sirve también el licor de su grano azul y morado, para teñir los cordobanes, aderezándolo con alumbre.

La yerba de la trinidad es útil para limpiar los dientes mascando su hoja, y preserva también del dolor, el que si es muy vehemente se quita con su cocimiento.

La cerraja y la borraja son continuamente usadas y recetadas para refrenar la cólera, y refrescar la sangre, bebidas regularmente, y cocidas, ó estrujadas en agua con azúcar.

La flor de seda se da en los valles, y es un matorral á donde se cria un gusano, que labra cierta especie de seda, y unas crisálidas azules y verdes, semejantes al cristal con su fílete morado, mas no se hace uso de ella, ni se le ha hallado aplicación.

La yerba á que llaman lengua de vaca, por parecerse la hoja á la de este animal, es buena para curar las llagas, ó heridas, y la aplican continuamente.

La yerba de rejargarillo se da en todo lugar ardiente y templado de sierra, llámanla también del gallinazo, y en esta ismaquinua que en castellano significa quinua del muladar, es fresca y provechosa, hervida y bebida el agua con azúcar, para curar la ictericia, y botar los empachos arraigados.

La achira la usan hervida su raíz, y bebida su agua, para curar el mal de orina. Cómenlas también cocidas, y suelen venderse con estimación : sus hojas frescas las aplican á las fuentes.

La vara de San José tiene de alto una vara mas ó me­nos, su figura es de la vara triangular de color de medio á bajo blanca, de arriba verde claro: en la parte superior forma una copa con ocho ó diez hojitas de un jeme de magnitud, que terminan en punta, y van desde el tronco de mas á menos ancho con mucha proporción; las que son muy ásperas, y como cubiertas de espinas imperceptibles : dentro de estas hojas hay diferentes tronquitos con cinco dedos de largo, y el ancho de una aguja de arriero de donde dimanan unos ramitos de espinas suaves, cuyos troncos componen una corona, que cocidos, y bebida su agua, sirve para purgación y mal de orina.

La yerba del clavo se llama así, porque el botoncito de la flor tiene un clavito, y otros pequeños al lado que hace la figura de un corazón : cocido en agua, y bebido, sirve para sujetar el flujo de sangre por la boca, y sus pedilubios son eficaces para las reumas.

La de la culebra se cria unida, ó pegada á otros árboles : la hoja de esta, aplicada á cualesquiera llaga, la sana.

La del alacrán sirve para curar las almorranas, cocida su agua, y ministrada en baños : sus hojas tostadas, y reducidas á polvo, se echan también sobre ellas des­pués del lavatorio : rízanla también para lavar la cabeza, quitar las llagas, y aumentar el pelo.

La yerba amarilla brota una especie de peluza blanca por el tronco, y cocida la mata con flor y hoja, sirve para dar el color amarillo.

La del llantén se cria en lugares calientes y frios : la aplican en los flujos de sangre por todas vias. Sirve para lavativas, y su semilla es restringente, la hoja muy ancha, y aplicada en cualesquiera inflamación, la deshace.

La llamada alvergilla nace en lugares templados, hacen uso de ella para deshacer las nubes que se crian en los ojos, mascándola y echando el zumo en ellos.

La del chamico se cria en todo lugar templado : bebido su cocimiento en agua, se dice que destiempla la imaginación y causa locura, sus pepitas traidas en un relicario al pecho se tienen por preservativas de costado.

El poleo es yerba olorosa, y la usan como el perejil en la comida : tomada en poleada causa sueño. En algunos lugares, particularmente en Lima, es una de las mas apreciadas para la mistura.

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