quarta-feira, 27 de maio de 2015

Bosques, plantaciones y salud

Link:
http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Recursos_Educativos/Bosques_plantaciones_y_salud

Rara vez se relaciona los bosques con temas de salud. Como máximo, en especial en zonas tropicales, éstos son percibidos como fuente de medicinas actuales y futuras que pueden ser la cura de numerosas enfermedades humanas. Esperamos que la información provista sirva para generar conciencia sobre la importancia de los bosques para la salud humana, y sobre el impacto que la deforestación, la degradación de los bosques y las plantaciones de monocultivos de árboles tienen sobre la salud de millones de personas en el mundo entero

MOVIMIENTO MUNDIAL POR LOS BOSQUES B O L E T I N 97 - Agosto 2005 EL TEMA CENTRAL DE ESTE NÚMERO: BOSQUES, PLANTACIONES Y SALUD

Dada la reciente reunión en Ecuador de la Segunda Asamblea Mundial de la Salud de los Pueblos, decidimos que ésta sería una buena oportunidad para dedicar un boletín completo del WRM a compartir información sobre este tema

En este número:

* NUESTRA OPINION

- La salud de los pueblos de los bosques depende de la salud de los bosques

* BOSQUES Y SALUD

- La salud de los ecosistemas, nuestra salud - Opulencia sin abundancia: los cazadores-recolectores, ¿un camino sensato a la salud? - Pincelazos de vivencias con la vida arbórea - Laos: entre las cacerolas --dieta y sustento de los indígenas Katu - La II Asamblea Mundial de la Salud de los Pueblos

* ACTIVIDADES INDUSTRIALES, BOSQUES Y SALUD

- Enfermedad y muerte: la maldición del petróleo - Indonesia: las fábricas de celulosa y papel de Indah Kiat y sus consecuencias sobre la salud de los vecinos - Veneno que cae del cielo: el herbicida glifosato

* IMPACTOS DE LAS PLANTACIONES SOBRE LA SALUD

- Australia: uso de plaguicidas en monocultivos de árboles afecta gravemente la salud en Tasmania - Chile: impactos de los monocultivos de árboles sobre la medicina Mapuche

- Los árboles transgénicos y sus amenazas para la salud

- El insalubre olor del dinero en los incendios forestales

* NUESTRA OPINION

- La salud de los pueblos de los bosques depende de la salud de los bosques

Los bosques proveen de sustento a cientos de millones de personas en todo el mundo, particularmente en las zonas tropicales. Cualquiera sea la actividad que implique la deforestación o degradación del bosque, tendrá un impacto directo sobre los medios de subsistencia y sobre la salud de esas personas.

Uno de los efectos inmediatos de la pérdida de bosques es una disminución en la disponibilidad de alimentos que brindan las plantas y animales que los habitan, como frutas, semillas, raíces, miel, vegetales, hongos, insectos y carne, entre otros. Esta disminución provoca desnutrición, la cual a su vez genera condiciones para la aparición de enfermedades, en particular, aunque no exclusivamente, en los niños.

Al mismo tiempo, algunas de las actividades que provocan la deforestación y degradación de los bosques agregan otros problemas que impactan sobre la salud de los lugareños. Tal es el caso de la explotación petrolera, la cual trae consigo la contaminación del aire y el agua en inmensas zonas de bosque. Las comunidades locales no tienen más opción que seguir utilizando esa agua contaminada para beberla, cocinar y bañarse, y de respirar ese aire contaminado, todo lo cual lleva a un aumento de las enfermedades. Lo mismo sucede con las explotaciones mineras a cielo abierto y la contaminación vinculada a las sustancias tóxicas utilizadas por dicha industria.

La explotación forestal industrial, las represas hidroeléctricas, las granjas camaroneras comerciales, la agricultura en gran escala, la cría de ganado y los monocultivos de árboles, son también actividades que provocan importantes pérdidas de bosques. En muchos casos, estas actividades y las antes mencionadas son impuestas a las comunidades contra su voluntad, generando una situación de tensión social que a su vez impacta sobre la salud física y mental de la población. Por otra parte, estas actividades desembocan muy a menudo en represión y el golpe último contra la salud: el asesinato.

Se ha desatado también una guerra tóxica contra las comunidades locales. Tal vez el peor caso sea la fumigación con herbicidas que el gobierno colombiano está llevando a cabo actualmente con el respaldo de Estados Unidos, supuestamente para combatir el cultivo de coca. Pero también se libra una guerra “de bajo nivel” en numerosos países a través del uso de sustancias tóxicas en la fumigación de grandes monocultivos agrícolas o forestales. Quienes corren más riesgos son los trabajadores de las plantaciones que manipulan dichos productos tóxicos, pero toda la población de la zona se ve afectada con la contaminación del aire y el agua.

Para algunos pueblos de los bosques la mayor amenaza es bacteriológica. Las comunidades indígenas aisladas se están enfrentando, aunque no son conscientes de ello, a la más seria amenaza para su salud: la introducción de nuevas enfermedades a las cuales sus organismos no están adaptados. En el pasado, la introducción de viruela, sarampión, tifus y otras enfermedades por parte de los europeos, demostró ser mucho más mortífera que las armas que ellos utilizaron contra la población indoamericana. Los colonizadores de aquel entonces pueden haber tenido la excusa de la ignorancia, pero no es el caso de los gobiernos y las empresas de nuestro tiempo.

En el caso de la mayoría de los habitantes del bosque, que tradicionalmente han utilizado una amplia variedad de plantas medicinales disponibles en las zonas de bosque, el motivo de preocupación más inmediato es la pérdida de medicinas. La deforestación y la sustitución de bosques por otras actividades comerciales como la agricultura, la cría de ganado y las plantaciones de árboles maderables y de palma aceitera, provocan la escasez e incluso la desaparición total de algunas de dichas plantas a nivel local, eliminando así este recurso vital cuando más se lo necesita para curar las enfermedades resultantes de esas mismas actividades.

Es importante subrayar que para los pueblos indígenas el concepto de salud no se limita a la ausencia de enfermedades; se trata de un proceso dinámico que abarca aspectos económicos y sociales. Para ellos el bosque forma parte de su identidad, sus prácticas culturales y sus creencias; coexisten con el bosque en una relación de interdependencia. Si el bosque desaparece también lo hace su identidad, lo que quiere decir su salud, y su vida.

En resumen, la salud de los pueblos que dependen de los bosques está íntimamente ligada con la salud del ecosistema bosque. Si los gobiernos son serios en su discurso sobre la importancia de la salud, encontrarán aquí una razón adicional para generar las condiciones necesarias para la conservación de los bosques.


* BOSQUES Y SALUD

- La salud de los ecosistemas, nuestra salud

El bosque es cuna de diversidad, que es decir origen de vida. Cuando el bosque está sano, de él brota el agua, allí el aire se torna más puro y perfumado, de sus múltiples recursos es posible obtener abrigo, nos regala alimentos, el arte se expresa en la miríada de colores y matices que se despliegan y ocultan cíclicamente, y en medio de toda esa belleza y prodigalidad es posible sentir de alguna manera el amor que la naturaleza comparte con todos sus seres.

Nosotr@s, como individuos de la especie humana, también somos parte de ese ecosistema en la medida que estamos interrelacionados con él. Y no sólo los pueblos indígenas que habitan el bosque. También los habitantes de las ciudades, de los desiertos y las sierras dependemos de los bosques, del papel fundamental que cumplen en el planeta. Pero en algún momento de la historia comenzaron a darse procesos que nos fueron separando, que muchas veces fueron borrando de la memoria el eco de los sistemas. Y así, permitimos que la salud quedara fuera de nosotr@s...

Es por eso que hablar de la defensa de los bosques es hablar de salud. Pero también es pertinente definir de qué salud hablamos cuando hablamos de salud.

En muchos casos la salud se equipara a ausencia de enfermedad y la forma de lograrlo es en base a la atención médica y/o los medicamentos. Así, hablando del derecho a la salud, en general la referencia es al derecho a acceder a la medicina --la oficial y dominante-- y sus recursos. Los indicadores registran datos cuantitativos --cuántos médicos y hospitales hay por habitante, índices de nacimiento, mortalidad y estado nutricional, descripciones de la distribución de enfermedades infecciosas o crónicas-- para medir la salud de una población.

En la etapa neoliberal del capitalismo que estamos viviendo, la salud ha sido convertida --como tantas otras cosas-- en mercancía. Los laboratorios y la industria farmacéutica crecen a la sombra de las guerras, pero agitando la bandera de la paz y la salud asaltan los bosques y se apropian de las propiedades curativas de sus plantas y árboles, aprovechándose graciosamente --gratuitamente-- de los conocimientos acumulados por las comunidades a fuerza de ensayo y error, generación tras generación. Las bondades sanadoras de los productos del bosque, antes gratuitas, han sido patentadas, envasadas, etiquetadas y comercializadas por las empresas, a altos costos para los consumidores.

El concepto de salud de los pueblos originarios en general es dinámico y holístico. Para los matsigenkas amazónicos de la cuenca del río Urubamba, Perú, la salud es el estar sanos y sentirse bien, dentro de lo cual la salud física es tan solo uno de los elementos. Para ellos “estar sano” refleja aspectos de la vida que la ciencia occidental podría separar en biológico, ambiental, social y psicológico, y no sólo aspectos biomédicos. Afectados por el Proyecto de Gas de Camisea --un grupo de consorcios dedicados a la explotación y transporte de gas en la cuenca del río Urubamba (ver boletín Nº 62 del WRM)--, los matsigenkas relacionan el deterioro de su estado de salud con las nuevas ansiedades y conflictos sociales que han surgido con el “desarrollo” de la zona (los reiterados intentos desde principios de los años 80 de encontrar y explotar los hidrocarburos), los cambios sociales dramáticos que han ocurrido y el esfuerzo por mantener sus valores y formas de vida.

En México, para los Mixes de Santo Domingo de Tepuxtepec, para los Zapotecos de San Juan Tabaá, para los Chatinos de Nopala, las energías de la naturaleza se entienden como influyentes y responsables en la salud del entorno y de la comunidad. En consecuencia, también de los individuos. Su cultura está profundamente relacionada con la naturaleza, entendida ésta como mundo natural y sobrenatural a la vez. Para ellos, el cerro es su vida; los árboles, hermanos; el bosque, un lugar a respetar; las flores y plantas, fuente de ayuda para sanar; el agua, la sangre que nutre sus campos; las rocas, protección y fuerza; el sol, el padre de la vida; la tierra, la madre que da lo que se necesita para vivir. Y alrededor de esas imágenes del entorno se encuentran todos los elementos espirituales heredados de sus antepasados y aprendidos de pequeños en el seno de la familia y de la comunidad. Cuando todo eso está en equilibrio, hay salud. Así lo ven.

Una de las definiciones de la Organización Mundial de la Salud dice: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Se trata de un concepto que significa un gran avance con respecto a la limitación que equipara la salud con el acceso a la atención médica. No obstante, cabe preguntarse qué Estado lleva a la práctica esta noción en sus políticas sanitarias. Y en la propia OMS, ¿hasta qué punto sus políticas y posiciones trasuntan una visión en que la ausencia de enfermedad esté inextricablemente unida a factores económicos, políticos y socio-culturales?

Por otro lado, la definición de la OMS ofrece un marco general de referencia que puede ser aceptable para muchas culturas, pero no abarca los hábitos específicos y las tradiciones de salud de las diversas culturas del planeta. El concepto de enfermedad mental, por ejemplo, varía. En muchos pueblos indígenas, la persona que escucha hablar a los espíritus es mirada con reverencia y convive con la comunidad. En la cultura occidental y urbana, en cambio, es calificada de esquizofrénica, medicada y tal vez recluida en un centro siquiátrico.

Los propios pueblos indígenas de distintas culturas, cuando se encuentran por primera vez, quedan asombrados porque comparten la misma cultura básica originaria, a pesar de que tengan grandes diferencias entre ellos. Y consideran que lo que los hace diferentes de la sociedad occidental dominante es una relación con la naturaleza en la cual no están fuera de ella sino que son parte integral, y la noción de que no puede haber un interés económico superior a la necesidad de preservar el ecosistema, porque la bonanza del presente no puede hacerse a costa de desolar el futuro.

En las sociedades occidentales o en sociedades que han sido invadidas e impregnadas de su visión dominante, el “desarrollismo” coloca al ser humano fuera de la Naturaleza e incluso contra ella, y los problemas de salud los aborda desde una ciencia fragmentada, que cada vez más secunda los intereses comerciales y ostenta una actitud de dominación.

Recuperar el pensamiento ecosistémico, pensar en función de la salud de los ecosistemas, permite comprender que la salud y la vida de las personas están relacionadas con la salud y la vida de todos los componentes del ecosistema: el suelo, el agua, la flora, la fauna, el aire y por supuesto, también el ser humano, con sus relaciones sociales, políticas, económicas y ambientales. Esa noción de interrelación produce una ética diferente a la del sistema dominante, una ética respetuosa de la vida. Y también una lógica que obliga a que el foco de atención de las políticas, las estrategias y los planes estén centrados en la salud de los ecosistemas.

Por Raquel Núñez, WRM, correo electrónico: raquelnu@wrm.org.uy, en base a información obtenida de: “Salud de los ecosistemas. Un pensamiento articulador”, Julio Monsalvo,http://www.altaalegremia.com.ar/; “La salud de los pueblos indígenas y el Proyecto de Gas de Camisea ”, Informe para la AIDESEP, Dora Napolitano, Carolyn Stephens,http://www.lshtm.ac.uk/pehru/communities/camisea-salud.pdf; Medicine Keepers: Issues in Indigenous Health, Lori A. Colomeda y Eberhard R. Wenzel, http://www.ldb.org/indheal.htm

- Opulencia sin abundancia: los cazadores-recolectores, ¿un camino sensato a la salud?

En un intento por construir o recrear una visión holística de la salud en tanto situación de equilibrio de la cual pueda fluir la alegría de vivir, quizás sea oportuno reflexionar sobre formas de vivir diferentes, muy diferentes de la supuestamente avanzada vida occidental moderna: por ejemplo, la de la sociedad cazadora-recolectora.

La sociedad cazadora-recolectora consume menos energía por año y por persona que cualquier otro grupo de seres humanos. Sin embargo, si nos detenemos a examinarla, la sociedad opulenta original no era otra que la cazadora, en la que todos los deseos materiales de las personas se satisfacían fácilmente.

Existen dos caminos posibles hacia la opulencia: los deseos pueden “satisfacerse fácilmente” produciendo mucho o deseando poco.

La concepción que nos es familiar, basada en el concepto de economías de mercado, establece que los deseos de los seres humanos son enormes, por no decir infinitos, en tanto sus medios son limitados, aunque puede mejorárselos. Así, el desfasaje entre medios y fines puede reducirse mediante la productividad industrial, por lo menos hasta el punto en que los “bienes urgentes” abunden. Pero hay también un camino hacia la opulencia que establece que los deseos materiales de los seres humanos son finitos y escasos y los medios técnicos permanecen incambiados, aunque en general son adecuados. Al adoptar esta estrategia un pueblo puede disfrutar de una abundancia material sin igual, con un “nivel de vida” bajo desde el punto de vista occidental.

Tradicionalmente se considera que la situación de la sociedad cazadora es deprimente. Esta visión se remonta a la época en que Adam Smith escribía y probablemente también a una época anterior a cualquier escritura. Quizás se trate de uno de los primeros prejuicios neolíticos. Pero la mala opinión actual sobre la economía cazadora-recolectora no debe achacarse al etnocentrismo neolítico: la economía mercantil actual promueve las mismas conclusiones lúgubres sobre las condiciones de vida de la sociedad cazadora.

¿Es realmente paradójico afirmar que las economías cazadoras son opulentas, teniendo a la vista su absoluta falta de posesiones? Las sociedades capitalistas modernas, sin importar cuán ricas sean, se dedican a proponer la escasez. La insuficiencia de los medios económicos es el primer principio de los pueblos más ricos del mundo. Su sistema industrial-mercantil instituye la escasez, de una forma tal que no se compara a ninguna otra.

La escasez es la sentencia dictada por la economía capitalista. Y es precisamente desde esta posición que consideramos a la sociedad cazadora. Sin embargo la escasez no es una propiedad intrínseca de los medios técnicos. Es una relación entre los medios y los fines. Deberíamos considerar la posibilidad empírica de que la sociedad cazadora trabaja para su salud, un objetivo finito, y que el arco y la flecha son apropiados para ese fin.

Para la mayoría de las sociedades cazadoras, la opulencia sin abundancia no necesita discutirse mucho. Una pregunta más interesante es por qué se contentan con tan pocas posesiones, lo que para ellos es una política, una “cuestión de principios”, y no una desgracia. Pero ¿cuál es la razón de que las sociedades cazadoras tengan tan poco interés en los bienes materiales? ¿Será porque son esclavas de la búsqueda de alimentos, la cual “requiere la máxima cantidad de energía de una cantidad máxima de personas”, con lo que no disponen de tiempo ni fuerzas para procurarse otras comodidades? Por el contrario, según el testimonio de algunos etnógrafos la búsqueda de alimentos es tan afortunada que la mitad del tiempo la gente parece no saber qué hacer. Por otra parte, el movimiento es condición necesaria de ese éxito. En algunos casos hay más movimiento que en otros, pero siempre es suficiente para desvalorizar rápidamente las satisfacciones que brinda la propiedad. De los cazadores se dice, y con razón, que su riqueza es una carga. En sus condiciones de vida, los bienes pueden volverse “penosamente opresivos”.

La movilidad y la propiedad son una contradicción. Que la riqueza pronto se transforma en un obstáculo más que en algo bueno es obvio incluso para el forastero.

Los miembros de las sociedades cazadoras casi podríamos decir que son seres humanos “no económicos”. Por lo menos en lo que refiere a los bienes que no son de subsistencia, son el reverso de la caricatura clásica inmortalizada en la primera página de cualquier tratado sobre los Principios Generales de la Economía. Sus deseos son escasos y sus medios (en relación) abundantes. Por consiguiente están “comparativamente libres de presiones materiales”, no tienen “sentido de la posesión”, demuestran un “sentido de la propiedad no desarrollado”, son “completamente indiferentes a toda presión material” y manifiestan “falta de interés” en el desarrollo de sus herramientas tecnológicas.

Desde la perspectiva interna de la economía no parece acertado decir que las necesidades y los deseos son “restringidos” ni que la noción de riqueza es “limitada”. Tales expresiones implican de antemano un Ser Humano Económico y la lucha de las sociedades cazadoras contra lo peor de su propia naturaleza, que luego se somete finalmente gracias a un voto cultural de pobreza. Estas palabras implican la renuncia a una codicia que en realidad nunca existió, la supresión de deseos que jamás nacieron. Lo que ocurre no es que las sociedades cazadoras y recolectoras hayan reducido sus “impulsos” materialistas; simplemente, nunca hicieron de ellos una institución.

Puede argumentarse con seguridad que las sociedades cazadoras y recolectoras trabajan menos que nosotros. La búsqueda de alimentos, más que un trabajo forzado, es intermitente; se dispone de abundante tiempo libre y de más horas de sueño diurno por persona y por año que en cualquier otro tipo de sociedad.

Los pueblos más “primitivos” del mundo tienen pocas posesiones, pero no son pobres. La pobreza no significa una determinada cantidad escasa de bienes, ni es apenas una relación entre fines y medios: por sobre todo, es una relación entre las personas. La orientación económica de las sociedades cazadoras, libres de la obsesión del mercado por la escasez, tal vez se base con mayor coherencia en la abundancia que nuestras sociedades (occidentales).

Es muy posible que para tener una visión holística de la salud sea necesario explorar las bases mismas de nuestras sociedades, en busca no solamente de la salud sino de sociedades saludables. En este sentido, para muchos de quienes viven en las “opulentas” sociedades modernas, la libertad llana y simple respecto de toda necesidad puede ser un camino sensato hacia la salud.

Por Raquel Núñez, WRM, correo-e: raquelnu@wrm.org.uy. Basado en extractos y adaptaciones de: “The Original Affluent Society”, Marshall Sahlins, http://www.eco-action.org/dt/affluent.html

- Pincelazos de vivencias con la vida arbórea

“Se nos mostró que nuestra vida existe con la vida arbórea, que nuestro bienestar depende del bienestar de la vida vegetal...” es lo que leo una y otra vez en el “Mensaje al Mundo Occidental” enviado por la Confederación de las Seis Naciones Iroquesas, al noroeste del continente norteamericano, a las Naciones Unidas, 1977.

La lectura y las relecturas de este documento, al cual accedo gracias a la hoy desaparecida revista “Mutantia” de la Primavera 1987, me produce una y otra vez la sensación de encontrarme ante un mensaje revelador. Hoy quiero compartir algunas de las muchas vivencias que me han generado el tomar conciencia de que mi bienestar, mi salud, mi propia vida toda está en relación con la vida arbórea, con la vida de los bosques.

La morera del patio de mi casa: Me relaciono intensamente con esta morera que se levanta altísima a mis ojos en el patio de mi casa. Soy tan niño que aun no voy a la escuela y por lo tanto tengo toda esa potencialidad que tienen los niños “antes de ser llevados” para ser domesticados mediante esa llamada “educación formal”. Vivencio fascinantes aventuras. Le hablo a la morera y ella me contesta. A veces es ella quien me habla. Me sugiere ideas, me enseña los maravillosos mapas dibujados en sus hojas, me aconseja cómo hacer mi casita entre sus ramas con cajones que le pido a ese señor que vende verduras en un carrito tirado por una mulita que pasa por las calles de tierra del humilde barrio de esta gran ciudad donde vivo.

Instalado entre sus ramas estoy muy próximo a gorriones y colibríes. Las mariposas son mis amigas. Siento que la morera y yo vibramos juntos cuando abrazo su tronco y me aferro a sus ramas para trepar a las alturas y desde allí veo al mundo diferente.

Ya no soy tan niño. Me mudo a otra casa queriendo formar mi propio nido. Antes de irme miro a la morera. Nada nos decimos… sólo nos miramos.

Es una mañana de un día después de sucederse uno y otro almanaque. Casi el mediodía. Veo que sacan a la morera despedazada en varios trozos. Pregunto por qué la han matado. Me dicen que sus raíces levantaban los mosaicos de una galería. Se quiebra algo dentro mío y siento dolor, mucho dolor.

El Oeste Chaqueño: Estamos en el 76. El terrorismo de Estado se enseñorea con el poder de decidir la vida y la muerte de todas y de todos en Argentina. Tras una rápida consulta familiar decido no irme del país. En una especie de “exilio interno”, me traslado al Oeste del Chaco con parte de mi familia.

Comienzo a trabajar en una institución que desarrolla un proyecto con las comunidades del Pueblo Originario Toba-Qom. Recorro con jóvenes Qom los montes chaqueños de árboles nativos. Me impactan los bosques de algarrobos.

Descubro que los árboles tienen espíritu. Es un descubrimiento lento, suave. Un descubrimiento colosal que me enseña el compartir cotidiano con el Pueblo Qom. Me doy cuenta con asombro y felicidad que voy desaprehendiendo muchas cosas y aprehendo otras que pasan a ser las cosas más importantes y trascendentes para mi vida.

Percibo el “valor” del algarrobo. Digo el “valor” y no el “precio” del algarrobo. Esta diferenciación entre “valor” y “precio” es lo que me hace tomar conciencia entre los valores esenciales de las dos culturas que conviven en este escenario.

Una de ellas, la que domina, le pone “precio” a todo, obliga sutilmente a los miembros de la otra cultura, la Qom, la dominada, la que valoriza todo, justamente a destruir los bosques nativos, en especial los de algarrobo. Es que a esa madera le han puesto un “buen precio”. Se ha instalado un aserradero y una carpintería para fabricar muebles. Muebles que no son destinados a los hogares de las familias Qom sino a ser comercializados en la “gran ciudad”, en el marco de una concepción desarrollista y con el discurso de que “somos tan buenos que le damos trabajo a esa pobre gente”.

Siento dolor por esta imposición que veo y sufro y siento dolor por los algarrobos asesinados, un dolor como cuando vi a mi morera despedazada. Y así van tejiendo esta historia, mi historia, aprendiendo y desaprendiendo, de manera directa y muy fuerte, lo que es el amor a las plantas.

En el país de mis silencios interiores: Inicios de los años noventa…me hallo en el sur de Chile, en la Isla de los Ciervos. Propiedad privada de don Giorgio que vive en Italia y una vez por año visita la Isla. Don Giorgio quiere que esa Isla no se contamine. La provisión de agua a la vivienda, por ejemplo, se hace por gravedad. No se utiliza motores. Don Alonso y su hijo “Patito”, de 17 años, son los únicos habitantes.

Nos reciben muy cordialmente y nos llevan por senderos en donde los enormes árboles son columnas que sostienen una cúpula continua de ramas. De tanto en tanto esa cúpula viva se abre y el cielo nos regala sus variados matices infinidad de azules celestes, en tanto las hojas danzan con las luces y las sombras. Cascadas de árboles cohihues con sus intensísimos rojos, destellos de vida, iluminan este Templo de la Naturaleza. Flores de todos los colores que se asoman traviesas entre los musgos, entre las ramas y los troncos, desparraman sus perfumes y adornan este alegre santuario de la vida en todo su esplendor.

Caminamos en silencio. Un silencio que nos permite gozar de la sinfonía coral de cantos y arrullos de aves y de arroyos que se deslizan fecundando la tierra. Y el suelo me habla. El suelo está vivo. La elasticidad de ese suelo tapizado de musgos, de líquenes, de hojas, de pétalos, me invita a compartir sus vibraciones vitales. Intuyo que apenas estoy en los inicios de comprender el diálogo de los Pueblos Originarios con la Mamá Tierra. De repente me encuentro con dos enormes árboles, dos columnas formidables que comparten la misma raíz. Quedo absorto por algo que nunca he visto. Patito percibe que estoy anonadado. Con una sonrisa se acerca y me dice: “¿Ve?... ¡Comparten la misma raíz! Para mí, aquí bajo el suelo, todas las raíces se comparten…”

Y en el país de mis silencios interiores vuelvo a escuchar en mis cuerpos lo que me dijo “Patito”. Revivencio el impacto de sus palabras. Revivencio mis sentires de la solidaridad de la vida, los sentires de pertenencia, todas y todos los seres nos pertenecemos. Somos Naturaleza. Intersomos, bonita nueva palabra que me dice que soy en el otro, que soy en todo ser vivo.

La riqueza de la biodiversidad cultural me enseña a desaprender y a aprehender. La Vida me regala conocer diversas culturas de Pueblos Originarios. Descubro que todas tienen algo en común: se sienten pertenecer a la Naturaleza. Todas sienten esa pertenencia, todas… excepto la cultura occidental. Tomo conciencia de que nací y fui criado en una cultura con un paradigma antropocéntrico, y dicho más claramente, con un paradigma patriarcal que prioriza “al hombre” (al hombre macho) como el ser superior. De estas culturas aprehendo que el centro está en la vida, en toda forma de vida, que su paradigma es biocéntrico. En este paradigma centrado en la vida es en el cual hoy siento que estoy en el mundo.

El niño que era sabio dialogando con su morera fue llevado “a la escuela” y a muchas escuelas… sin embargo… siento que esa morera sabia ha tenido mucho que ver en que ese niño nunca dejó apagar la llama de la rebeldía, nunca lograron domesticarlo y así llegó con los poros bien abiertos para encontrarse con la sabiduría de los pueblos que siempre han estado aquí, que conviven, cooperan, con una ética de solidaridad.

Hoy sensopienso que soy Bosque y que mi salud, mi vida toda, es gracias a la vida arbórea.

Por Julio Monsalvo, correo electrónico: alta_alegremia@yahoo.com.ar

- Laos: entre las cacerolas --dieta y sustento de los indígenas Katu

Al igual que muchos otros Pueblos Indígenas, los Katu de Laos dependen de los bosques para su sustento. Los Katu de Laos viven en las montañas cubiertas de densos bosques de la cadena de Annamite, cerca de la frontera con Vietnam; practican la agricultura itinerante y obtienen de la caza y la recolección en el bosque gran parte de sus alimentos, fibras, medicinas y materiales de construcción. Es decir, obtenían hasta hace poco.

Un nuevo estudio sobre cuatro poblados Katu de la provincia de Sekong, en el sudeste de Laos, describe los impactos que tienen el deterioro ambiental y las restricciones a las formas tradicionales de sustento, sobre la dieta, la salud, la cultura y el sustento de los Katu.

Jutta Krahn, nutricionista del Departamento de Economía Alimentaria Mundial de la Universidad de Bonn, Alemania, pasó dos años documentando qué comen exactamente los Katu. Dos de los poblados que estudió, Ban Tham Deng y Ban Thong Kai, en el distrito de Kaleum, están rodeados de bosques. Los otros dos, Ban Kandon Mai y Ban Nongbong, en el distrito de Thateng, están cerca de carreteras en bosques muy degradados, pero con acceso a mercados y servicios públicos.

Krahn registró cerca de 700 plantas y animales que formaban parte de la dieta Katu tradicional. Su investigación demostró que a principios de los años 1960 los Katu comían una variedad de frutas, verduras y carne de animales silvestres que cubría sus necesidades nutricionales. Hoy los Katu comen más arroz pero menos carne de animales silvestres, raíces y tubérculos, y también menos “alimentos que llenan”, con alto contenido de almidón, como granos básicos y maíz.

Las técnicas tradicionales para preparar la comida y darle sabor están desapareciendo, lo que conlleva la reducción de nutrientes en los alimentos. Por ejemplo, explica Krahn, tradicionalmente los Katu cocinaban los animales pequeños y las aves moliendo la carne con todos los huesos y el cartílago en un tubo de bambú que se hace hervir a fuego lento. “Este tipo de carne picada contiene un montón de calcio y hierro. Si el mismo alimento se preparara de otra manera, los minerales no se absorberían tan fácilmente”.

Krahn encontró que la ingesta de hierro, cinc, calcio, vitaminas B, grasa y proteína de los Katu es menor que en el pasado. En todos los poblados que Krahn estudió hay niños que sufren de altos niveles de atrofia y debilidad, y muchos no llegan al peso apropiado. La introducción de la producción de arroz de aniego (inundado) no ha sustituido la pérdida de la producción de arroz de secano en las tierras de agricultura itinerante. El cultivo de frutas y verduras no ha sustituido la reducción de las cosechas de frutas y verduras silvestres.

La dieta de los Katu que viven en Ban Tham Deng y Ban Thong Kai es mejor que la de los que viven cerca de los mercados. “La ingesta de carne de animales silvestres y también de frutas y verduras es considerablemente más alta en las aldeas del bosque”, dice Krahn. “En los dos poblados más cercanos al mercado, Ban Nongbong y Ban Kandon Mai, había familias que solamente comían dos veces por día”.

Los Katu se están enfrentando a nuevos problemas sanitarios, entre los que se cuentan la malaria y la infección por lombrices, que según dicen son mucho peores que antes.

Krahn cree que es necesario investigar urgentemente los impactos de los bombardeos y las fumigaciones con exfoliantes de Estados Unidos durante la guerra contra Vietnam. Los aldeanos Katu le contaron que a comienzos de la guerra los peces se morían y flotaban boca arriba en los ríos. Le contaron acerca de anormalidades en su ganado y de madres cuyos hijos tenían defectos de nacimiento. El temor de Krahn es que “las dioxinas y los furanos persisten en el medio ambiente. Yo creo que todavía están presentes”.

En la provincia de Sekong el madereo no tiene control alguno, lo que plantea una amenaza para los bosques de los Katu. En 2002, según un informe de Charles Alton, consultor de la ONU, y Houmphan Rattanavong, del Consejo Nacional de Ciencias de Laos, llegó a Ban Tham Deng una empresa con un cúmulo de lo que parecían ser documentos oficiales y empezó con el madereo. Luego llegaron los madereros y empezaron a cortar los árboles de Aquilaria, muy valorados por su resina, que se utiliza para producir medicamentos, incienso y perfume. Entre 1999 y 2000 el ratán se cortó “casi al punto de la destrucción completa” en Ban Tham Deng, excriben Alton y Houmphan. En todos los casos, los pobladores de Ban Tham Deng no recibieron nada.

Krahn sugiere que en Laos se necesita un nuevo enfoque de las “estrategias de seguridad alimentaria”, uno que preste más atención a los aspectos culturales de la alimentación y la nutrición, así como al medio ambiente.

"Mi punto de partida”, dice Krahn, “serían los distintos grupos étnicos, sus culturas alimentarias, culinarias y sus dietas. No hay información, y por eso tanto el gobierno como las organizaciones para el desarrollo se centran demasiado en la producción de alimentos, en especial el arroz de aniego. Yo diría que el gobierno y las organizaciones para el desarrollo podrían equilibrar esta situación facilitando más investigaciones y detallando los conceptos de seguridad alimentaria de los distintos grupos étnicos y diferentes localidades geográficas”.

Es importante considerar la calidad de los alimentos, así como la cantidad. Para Krahn, trabajar “entre las cacerolas” con las mujeres Katu, que son las responsables de la salud de sus familias, mejoraría los resultados en términos de optimización de la ingesta de nutrientes.

Por Chris Lang, correo electrónico: chrislang@t-online.de

Para contactarse con Jutta Krahn, escribir a jukrahn@gmx.de El resumen de su informe sobre los Katu puede encontrarse en: http://www.wrm.org.uy/countries/Laos/Katu.html

- La II Asamblea Mundial de la Salud de los Pueblos

Del 17 al 23 de julio, en Cuenca, Ecuador, más de 1.300 participantes provenientes de 80 países de los cinco continentes se reunieron bajo la consigna “Las voces de la tierra nos convocan” para analizar los problemas de salud globales y trazar estrategias de promoción de salud para tod@s. La declaración final del evento identifica como causa principal del deterioro de las condiciones de salud de la mayoría de la población mundial a las políticas neoliberales que transfieren riqueza del Sur al Norte, de pobres a ricos y del sector público al privado. La privatización de los bienes públicos y el “libre comercio”, marco del neoliberalismo, cuentan con la Organización Mundial de Comercio (OMC)y las Instituciones Financieras Internacionalespara controlar los factores que hacen a la salud. En un mundo donde prevalece el racismo, la opresión de la mujer, la exclusión social, la generación de pobreza, las guerras, el individualismo y la destrucción cada vez más intensa y acelerada del ambiente, no puede haber salud.

La vinculación de la salud con esos otros factores llevó a que en el evento se trazaran diversos ejes de discusión, como, entre otros, salud y ambiente, interculturalidad y salud, equidad y salud de la población, comercio y salud, salud en manos del pueblo. Dentro del espacio salud y ambiente, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) aportó a la vinculación de la salud con el cambio climático y la deforestación.

La II Asamblea Mundial de la Salud de los Pueblos convoca a los pueblos del mundo a movilizarse ante el asalto al derecho a la salud y a defenderlo a través de una movilización popular amplia, articulándose con las luchas por el derecho al agua, la defensa del ambiente, la soberanía alimentaria, la igualdad de género, por trabajo y vivienda dignas y una educación universal. A través de esas luchas de resistencia se plantea la visión de un mundo social y económicamente más justo en que prevalezca la paz; un mundo de respeto, en un contexto intercultural que incorpore distintos saberes, en que la gente celebre la vida, la naturaleza y la diversidad.

El WRM apoya esta convocatoria, que sigue la línea que lo llevó a trabajar en el Foro Social Mundial por la integración de los movimientos sociales que ya están construyendo otros mundos posibles, desde sí mismos y su soberanía, enlazados con otros.

En nuestra defensa de los bosques, en nuestra resistencia a las políticas públicas que atentan contra ellos (y nosotr@s), apostamos a esos espacios populares que están tomando los temas en sus manos: el manejo comunitario de bosques, a partir de la Iniciativa de Mumbai sobre los Bosques (ver boletín Nº 78 del WRM); el cambio climático, a partir del Grupo de Durban (ver boletín Nº89 del WRM); y la salud, a partir de la Asamblea Mundial de la Salud de los Pueblos.

Por Raquel Núñez, WRM, correo electrónico: raquelnu@wrm.org.uy

* ACTIVIDADES INDUSTRIALES, BOSQUES Y SALUD

- Enfermedad y muerte: la maldición del petróleo

Miles de indígenas son desplazados de sus tierras, militarizados y expropiados en genocidios que no terminan. La explotación petrolera se hace ocasionando daños que no son indemnizados, sin consulta a las comunidades y con la connivencia de los gobiernos de turno. Empresas transnacionales como Shell, Repsol, Maxus, se apropian de espacios territoriales con el pretexto de la “utilidad pública”, contaminan cuerpos de agua, cauces de ríos, deforestan bosques primarios y generan impactos que destruyen futuro.

En Colombia las actividades petroleras acabaron con los Guahíbo -que habitaban en las sabanas de Arauca-, arrasados por la empresa Occidental Petroleum. Los Yariguis y Aripis fueron exterminados por la Standard Oil en 1915; en 1931 agredieron con contundencia al pueblo Bari-Motilón las empresas Gula, Mobil y Texas Petroleum, con asesinatos indiscriminados, vallas electrificadas o con entrega de sales envenenadas que lanzaban desde aviones como regalo. En 1960, los pueblos Inga, Siona y Cofán fueron desarticulados y sus ríos convertidos en alcantarillas de las industrias petroleras. En 1980, Occidental y Shell sometieron a los pueblos Sáliva y Sicuani, Betoyes, Hitnu o Macaguanes, Hitanú o Iguanitos y Dome Jiwi, expropiándoles el 70-95% de sus territorios y dejándolos en la pobreza más indigna. En 1991 se asesinaron 243 dirigentes indígenas de los pueblos Zenú, Koreguajes, Pastops y Pijao. En 1992, la empresa Fronteras de exploración inicia el genocidio del pueblo Nukak y a finales de los 90, Occidental arremete frontalmente contra el pueblo U´wa.

No son casos aislados. En Ecuador, empresas como Texaco acabaron con el pueblo Tetete y arremetieron contra los pueblos Signas, Secoyas, Cofanes y Huaoranis, llevándolos al borde del exterminio. En Perú, la Shell llevó al borde de la extinción al pueblo Nahua.

Y en Nigeria, la petrolera estadounidense Chevron Texaco sigue acusada de cometer violaciones atroces a los derechos humanos en las comunidades del Delta del Níger, en tres incidentes perpetrados entre 1998 y 1999 contra las comunidades de Ilaje, Opia e Ikenyan. Los ataques incluyeron asaltos con armas de fuego contra gente desarmada, ejecuciones sumarias, tortura, maltratos, destrucción injustificada de propiedades y arrasamiento de su ambiente y sus formas de vida.

La degradación del ambiente incluyó la pérdida de fuentes de agua dulce a medida que la compañía fue abriendo numerosos canales para meter sus equipos desde el mar hacia la costa. Dice Bola Oyibo, líder de un grupo de ciento veintiún jóvenes de 42 comunidades que avanzaron sobre la plataforma Parabe, de Chevron, para protestar contra la destrucción continua de su ambiente: “Por años, Chevron ha entablado sistemáticamente una guerra en nuestras tierras, bosques y aguas. Vayan a la comunidad de Awoye y vean lo que han hecho. Todo está muerto: manglares, bosques tropicales, peces, agua dulce, vida silvestre. Todo matado por Chevron…”

Por su parte Shell, también en Nigeria, comenzó las perforaciones de los pozos petroleros en Owukubu sin consultar a la comunidad de Odioma. Eso generó una crisis comunal que se transformó en una bola de nieve que desencadenó una serie de fatalidades, desembocando en el asesinato de más de 1.500 personas, cientos de heridos, unas 3.000 personas detenidas como rehenes y numerosa población en fuga hacia el bosque de manglares y otros poblados (ver Boletín Nº 92 del WRM).

En Indonesia, la provincia de Riau, en la costa de Sumatra, ha sido catalogada durante largo tiempo como una zona rica porque allí se encuentran yacimientos de petróleo –además de minería, gas y miles de hectáreas de plantaciones de palma aceitera. Pero los ingresos que generan esas actividades no han enriquecido las vidas de la comunidad de Riau. Por el contrario, las tasas de pobreza han alcanzado al 40,2% de su población de 4,8 millones de habitantes. El actor principal de la explotación petrolera es PT Caltex Pacific Indonesia (CFI), propiedad de Chevron Texaco.

Dentro del cuadro de pobreza de Riau, la tribu Sakai es víctima directa e indirecta de la acción petrolera. Viven al filo del bosque y a lo largo del río Siak, cuyas aguas utilizan para bañarse, comer y beber. Pero esas aguas están contaminadas, y siguen utilizándolas porque no tienen otra opción. Su comida diaria es una especie de tubérculo (ubi mangalo) que crece alrededor de las casas. Aunque es considerado tóxico, el pueblo Sakai continúa comiéndolo porque se han acostumbrado a sus efectos secundarios y más que nada porque ahora no tienen casi opciones de comida en el bosque.

A los genocidios de pueblos enteros se suman las muertes aisladas, escondidas, provocadas por accidentes petroleros y por la terrible contaminación que generan.

La contaminación se pone en contacto con el organismo a través del lavado personal, el consumo y la respiración, generando así enfermedades en la piel, en el sistema respiratorio, en el aparato digestivo, a nivel de ojos, oídos y garganta, trastornos ginecológicos. Pero también contribuye a aumentar la desnutrición, la anemia, la tuberculosis, los abortos. La tasa de prevalencia de cáncer aumenta enormemente en las poblaciones cercanas a las fuentes de contaminación, y afecta más a los menores de 14 años.

Los pozos de agua cercanos a las piscinas de crudo quedan contaminados con los químicos que se filtran, matando además a los animales cuya cría, para muchos integrantes de las comunidades, cumple la función de autoconsumo, comercio y reserva económica para momentos de emergencia. Su desaparición, para estas familias, supone arrojarlas a la pobreza y despojarlas de su soberanía alimentaria.

Una vez que pasa a depender del petróleo, el Estado se encuentra con dificultades para diversificar su economía y fomentar otros sectores que aporten más beneficios directos a los sectores desposeídos. La dependencia del petróleo se convierte en un obstáculo para los tipos de actividad económica que favorecen a la población de bajos recursos.

Lejos de ser el proclamado “oro negro” que traiga prosperidad y bienestar a los pueblos, el petróleo termina creando un círculo maldito de empobrecimiento, contaminación, enfermedad y muerte.

Artículo basado en información obtenida de: “América se escribe con sangre”, Adolfo Maldonado Campos, mayo 2005, Acción Ecológica, correo electrónico: cmonitor@uio.satnet.net; “Chevron, mano derecha del imperio”, 2005, Informe de Oilwatch, http://www.oilwatch.org.ec/; “Ecuador ni es ni será ya país amazónico. Inventario de impactos petroleros”, 2001, Acción Ecológica,http://www.accionecologica.org/webae/index.php

- Indonesia: las fábricas de celulosa y papel de Indah Kiat y sus consecuencias sobre la salud de los vecinos

En 1999, el equipo de investigación del Banco Mundial sobre Economía del Control de la Contaminación Industrial, publicó un informe titulado "Armonización de la actividad industrial con el medio ambiente”. El informe, resultado de “seis años de investigaciones, aplicación de políticas experimentales y observaciones directas”, califica a PT Indah Kiat Pulp and Paper, propiedad de Asia Pulp and Paper, de “afortunada historia”.

Las actividades de Indah Kiat en Perawang, Sumatra, dicen otra cosa, por lo menos para los residentes locales. Indah Kiat inauguró su primera fábrica de celulosa en Perawang en 1984 con una instalación obsoleta importada de Taiwán. Esta fábrica producía 100.000 toneladas de celulosa por año, usaba cloro elemental y descargaba sus efluentes en el río Siak.

Según el Banco Mundial, las protestas de los pobladores locales por la contaminación de la fábrica de Indah Kiat en Perawang llevaron a “la primera etapa de saneamiento de la fábrica”. En 1992 el organismo indonesio encargado de reducir la contaminación, BAPEDAL, actuó como mediador en un acuerdo por el cual, nos dice el Banco Mundial, Indah Kiat aceptó satisfacer las demandas de los pobladores.

Hoy la fábrica de Indah Kiat en Perawang abarca 400 hectáreas y tiene una capacidad anual de dos millones de toneladas de celulosa y 700.000 toneladas de papel. Las nuevas fábricas de celulosa de Indah Kiat usan una tecnología que según el Banco Mundial “requiere muy poco cloro”. El Banco quiere hacernos creer que Indah Kiat es “un modelo de conciencia ecológica”.

Desgraciadamente, como ocurre a menudo, el entusiasmo del Banco Mundial por los beneficios ambientales de un enorme proyecto industrial tiene poca relación con la realidad. Mats Valentin y Kristina Bjurling, investigadores de la ONG sueca SwedWatch, informaron en 2004 que Indah Kiat combina las técnicas de blanqueo “con cloro elemental” y “libre de cloro elemental (ECF)”. La gerencia de Indah Kiat explicó a SwedWatch que la empresa pensaba pasarse totalmente a la tecnología ECF en el futuro pero añadió que “no sería posible soportar una inversión de esa magnitud en este momento”.

John Aglionby, del periódico británico The Guardian, visitó en 2001 la fábrica de Indah Kiat en Perawang y describió lo que vio como “una mancha monstruosa en el paisaje”. Aglionby escribió que el historial de la empresa “ha sido un repertorio de devastación ambiental, descarada falta de respeto por la comunidad local e incumplimiento de las leyes de Indonesia mediante una mezcla de intimidación y sobornos a funcionarios”. El periodista dio a conocer una lista de los pagos que hizo Indah Kiat a funcionarios del gobierno, policías y militares.

Según parece, seis años de investigación no ayudaron al mejor equipo de investigadores del Banco Mundial a descubrir ni un solo soborno a funcionarios del gobierno. La “Armonización de la actividad industrial con el medio ambiente” del Banco declara simplemente que la fábrica de Indah Kiat en Perawang “cumple cabalmente con las normas nacionales sobre contaminación”.

Un año después de que se publicara el informe sobre “Armonización de la actividad industrial con el medio ambiente”, la cineasta alemana Inge Altemeier visitó Sumatra para investigar el impacto de la contaminación de las fábricas de celulosa sobre los pobladores locales y su medio ambiente.

Altemeier encontró y filmó un canal de desagüe ilegal de la fábrica de Indah Kiat que la empresa utilizaba por la noche. Durante el día esta instalación no estaba en uso, pero el aire apestaba y en el río flotaban peces muertos.

Los habitantes de un poblado cercano a la fábrica de Indah Kiat se quejaron del mal olor y contaron a la cineasta que sufrían de picazón, dolores de cabeza y vómitos. Un poblador llamado Tasjudin le mostró su jardín. Desde que llegó Indah Kiat sus cocoteros ya no dan cocos. La fruta de sus árboles se cubre de manchas negras y se pudre antes de madurar. “Indah Kiat nos está arruinando la vida, pero ¿qué puedo hacer? Este es mi hogar, tengo que vivir aquí”, dijo Tasjudin.

Antes de que Indah Kiat construyera su fábrica de celulosa se podía pescar en el río Siak. La gente se bañaba en el río y bebía su agua. Puesto que ya no pueden beber más el agua del río, los pobladores exigieron que Indah Kiat les proporcionara agua limpia. La empresa les dio una bomba. Pero el agua subterránea también estaba contaminada y tenía mal olor. Los pobladores se ven obligados a comprar agua embotellada para beber. Muchos continúan lavando en el río, pues el agua de la bomba no es suficiente, sobre todo durante la estación seca.

Trabani Rab es un profesor de medicina que desde hace muchos años estudia los impactos de la fábrica de Indah Kiat sobre la salud de los pobladores. Altemeier lo acompañó a visitar los poblados a lo largo del río Siak. En solamente dos días Rab diagnosticó más de 500 casos de enfermedades graves de la piel.

Este mismo año dos investigadores de ONG indonesias, Rully Syumanda, de la campaña por los bosques de WALHI, y Rivani Noor, de Community Alliance for Pulp Paper Advocacy, entrevistaron a personas de los poblados cercanos a la fábrica de Indah Kiat en Perawang. También conversaron con personas que viven en Perawang. Los pobladores les contaron que sus verduras, chiles (ajíes) y flores no crecían normalmente, sobre todo en la estación seca. Durante la estación lluviosa se morían muchos de sus patos y gallinas; los pobladores estaban seguros de que la causa era el humo de la fábrica de Indah Kiat, que contiene productos químicos nocivos.

Entre 1987 y 1996 el aire tenía muy mal olor, dijeron los pobladores. La situación mejoró desde que Indah Kiat instaló un sistema de filtros en las chimeneas de la fábrica. Pero el aire sigue contaminado y sigue causando problemas respiratorios, sobre todo a los visitantes.

Los pobladores explicaron a Syumanda y Noor que antes de que la fábrica empezara a funcionar los pescadores sacaban entre 40 y 50 kilos de pescado por día en el río Siak. Hoy sacan, con suerte, cuatro o cinco kilos. A veces, dijeron, el río huele muy pero muy mal y no pueden pescar nada. Cada mes el río emite mal olor durante una semana.

Mientras los consultores y financistas de Indah Kiat defienden a la empresa en función de los aparentemente buenos niveles de emisión de sus fábricas, el olor, la contaminación, el río envenenado y los peces muertos continúan. Los pobladores locales siguen sufriendo dolores de cabeza, picazón y enfermedades de la piel incurables. Lejos de ser “un modelo de conciencia ambiental”, Indah Kiat está destruyendo vidas y formas de sustento.

Por Chris Lang, correo-e: chrislang@t-online.de

- Veneno que cae del cielo: el herbicida glifosato

El herbicida glifosato fue identificado en 1974 por John Franz, un científico que trabajaba para la multinacional agroindustrial Monsanto, con sede en Estados Unidos. Hoy Monsanto se jacta de que sus productos a base de glifosato, con inclusión del herbicida Roundup, están “entre los herbicidas más usados del mundo”.

El glifosato funciona interfiriendo en el metabolismo de la planta; pocos días después de la fumigación, las plantas se marchitan, se ponen amarillas y se mueren. Los herbicidas a base de glifosato contienen también productos químicos que hacen que el herbicida se adhiera a las hojas, de modo que el glifosato pueda pasar de la superficie a las células de la planta.

Luego de la fumigación, los herbicidas a base de glifosato pueden permanecer en los suelos por largos períodos. El herbicida puede filtrarse a campos vecinos, cursos de agua o setos vivos. El Roundup mata los insectos benéficos y acaba con el hábitat de aves y animales. El glifosato causa daños genéticos a los peces. Según Rick Relyea, profesor adjunto de biología de la Universidad de Pittsburgh, es “extremadamente letal para los anfibios”. Es peligroso para las lombrices de tierra. El glifosato reduce la fijación del nitrógeno. El Roundup reduce el crecimiento de los hongos micorrizógenos y puede aumentar la propagación y la gravedad de las enfermedades de los vegetales (véase el Boletín Nº 18 del WRM).

Los impactos que los herbicidas a base de glifosato pueden tener sobre la salud humana son variados: daños genéticos, tumores en la piel, problemas de tiroides, anemia, dolores de cabeza, sangrado de nariz, mareos, cansancio, náuseas, irritaciones de ojos y piel, asma y dificultades respiratorias, entre otros. Diversos estudios indican que existe una relación entre los herbicidas a base de glifosato y el linfoma no Hodgkins, un tipo de cáncer.

Considerando la cantidad de dinero que Monsanto obtiene de las ventas de productos a base de glifosato, no sorprende que la empresa desmerezca los riesgos que ocasiona el glifosato a la salud. Monsanto declara que los herbicidas a base de glifosato son de “bajo riesgo para la salud humana” siempre que se utilicen “según las indicaciones que figuran en la etiqueta”.

Los herbicidas a base de glifosato son muy utilizados en la agricultura. Monsanto ha desarrollado una serie de cultivos de ingeniería genética, llamados Roundup Ready, que no son dañados por el Roundup, sin importar cuánto se le eche a los cultivos. Los que ciertamente sí resultan dañados son los ambientes y los residentes locales.

Los herbicidas a base de glifosato se utilizan también en las plantaciones forestales industriales con el fin de matar toda planta que pudiera competir con los árboles por el agua y los nutrientes del suelo. Esto es de especial importancia para los encargados de las plantaciones establecidas en tierras que antes estaban cubiertas por bosques, para impedir que el bosque vuelva a crecer. El herbicida de glifosato se usa a menudo para matar a los mismos árboles una vez que se han cosechado, en especial los eucaliptos, que vuelven a crecer cuando se los tala. Después de dos o tres rotaciones, sin embargo, no crecen tan rápido como los plantines nuevos. Además, a menudo los encargados de las plantaciones prefieren los plantines resultantes del último programa de mejoramiento de la empresa en lugar de permitir que los antiguos árboles vuelvan a crecer. Por consiguiente, es habitual la fumigación con herbicidas a base de glifosato de grandes extensiones de plantaciones forestales.

Pero quizás el uso más controvertido de los herbicidas de glifosato es la “guerra contra las drogas” del gobierno de los Estados Unidos. Ya hace varios años que Estados Unidos financia las fumigaciones aéreas sobre los cultivos de coca y amapola en Colombia.

En el año 2000 el gobierno de Clinton aprobó un paquete de ayuda de US$ 1.300 millones llamado Plan Colombia, destinado en parte a eliminar la producción de drogas en Colombia. Cinco años y US$ 4.500 millones de “ayuda” estadounidense más tarde, el Plan Colombia no ha logrado detener la producción de coca en este país. La disponibilidad, el precio y la pureza de la cocaína en Estados Unidos, 90% de la cual proviene de Colombia, han permanecido estables.

La empresa DynCorp International, contratista militar de Estados Unidos, lleva a cabo las fumigaciones y para ello utiliza el Roundup de Monsanto con otros agregados. Para cumplir con su contrato en virtud del Plan Colombia, DynCorp emplea a más de 300 personas y cuenta con 88 aviones en Colombia. En 2004 las fumigaciones aéreas alcanzaron niveles sin precedentes; según el Departamento de Estado de Estados Unidos se fumigaron más de 330.000 hectáreas de cultivos de coca y amapola. Sin embargo, la superficie cultivada con coca en 2005 fue casi idéntica a la de 2003.

Las fumigaciones aéreas están teniendo terribles consecuencias para las personas que viven en zonas rurales de Colombia. El herbicida no mata solamente los cultivos de coca sino que también mata cultivos alimentarios, ganado y peces. Se han destruido zonas de bosques en operaciones que recuerdan las fumigaciones con Agente Naranja (otro producto de Monsanto) durante la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Y se destruyen más bosques cuando los campesinos cuyos cultivos fueron fumigados se internan aún más en el bosque y despejan las tierras para un nuevo cultivo de coca.

Los registros médicos de los hospitales de las zonas donde ha habido fumigaciones muestran aumentos significativos de las irritaciones de piel y ojos, fiebre, dolores de estómago y problemas respiratorios entre los pobladores locales.

Desde que comenzó el Plan Colombia, la embajada de Estados Unidos en Bogotá ha recibido más de 12.000 reclamaciones relativas a las fumigaciones con herbicidas, de parte de habitantes de las zonas rurales de Colombia. Sin embargo, solamente doce personas han sido indemnizadas como resultado de estas reclamaciones. El total de pagos por indemnizaciones asciende a US$ 30.000.

En mayo de 2005 el Departamento de Estado de los Estados Unidos adjudicó un nuevo contrato a DynCorp para continuar con las fumigaciones en Colombia. En virtud del nuevo contrato, DynCorp recibirá US$ 174 millones por año.

El hecho de que el Plan Colombia no esté reduciendo la producción de drogas no parece ser importante. Mientras el veneno de Monsanto siga lloviendo del cielo, se seguirá destruyendo la salud de las personas, su forma de sustento y el medio ambiente.

Por Chris Lang, correo electrónico: chrislang@t-online.de

* IMPACTOS DE LAS PLANTACIONES SOBRE LA SALUD

- Australia: uso de plaguicidas en monocultivos de árboles afecta gravemente la salud en Tasmania

Entre 1994 y 2004 la superficie de tierras convertidas de bosques nativos y granjas a monocultivos forestales casi se ha cuadruplicado y asciende hoy a 207.000 hectáreas.

La mayoría de las granjas reconvertidas eran orgánicas o utilizaban relativamente pocos productos químicos en comparación con los monocultivos forestales sumamente dependientes de productos químicos que las reemplazaron.

Hoy los plaguicidas se utilizan a una escala extraordinaria. Aprovechando plenamente las exenciones de la legislación sobre planificación y medio ambiente así como la incapacidad regulatoria general en todos los ámbitos del gobierno de controlar el uso de plaguicidas, la industria disemina productos tóxicos “a lo cowboy” en miles de hectáreas sobre las copas de los árboles, a gran altitud y sobre parcelas muy grandes. La nube tóxica se esparce sobre los techos que recogen el agua de lluvia que luego utilizan las familias, llega a cañadas y ríos hasta hace poco prístinos, se mete tanto en los tanques de agua de las ciudades como en el bosque tropical templado. Es probable que en Tasmania no haya un solo lugar protegido de los escapes venenosos, que seguramente tienen un protagonismo importante en el alarmante aumento general del cáncer y otras epidemias inexplicables en este lugar.

Prácticamente ninguna de estas innumerables protestas por la contaminación del agua potable y los probables impactos sobre la producción de alimentos en zonas adyacentes fue escuchada. Solamente se instrumentaron medidas preventivas, apropiadas o no, en los casos en que la acción de la comunidad fue especialmente pública o se hizo escuchar. Cuando las triazinas tóxicas contaminaron el agua potable de Derby, Lorinna y West Calder, los residentes se movilizaron y crearon la Red por el Agua Limpia de Tasmania. Su objetivo era llevar a cabo una campaña por el cambio en el uso de productos químicos, advirtiendo al público sobre la infracción de las reglamentaciones relativas a productos químicos, sobre todo en Tasmania.

A principios de 2004 la industria de la acuicultura del noreste de Tasmania recibió un duro golpe con la muerte masiva de ostras. De un día para el otro los ostricultores perdieron el equivalente a un millón y medio de dólares. El Dr Marcus Scammell, biólogo marino, publicó un informe que con la ayuda de una atención sin precedentes por parte de la prensa hizo sonar la alarma en todo el Estado. En el documento se subraya, una vez más y acertadamente, la vulnerabilidad de las personas, la industria y los ecosistemas ante el uso incontrolado de plaguicidas en Tasmania. Los análisis subsiguientes de las aguas superficiales del río George demostraron que había secciones del río tóxicas para los organismos vivos.

Una médica de la zona, la Dra Alison Bleaney, apoyó el llamado del Dr Scammell a la instrumentación del principio de precaución. Bleaney hizo hincapié en los peligros químicos, llamando la atención sobre el aumento de casos de cáncer y problemas neurológicos en el noreste de Tasmania a partir de 2002, que cree tienen que ver con la exposición crónica a bajos niveles de productos químicos. Sin embargo, no ha habido estudios epidemiológicos subsiguientes para investigar los posibles grupos de cáncer y otras enfermedades que podrían estar relacionados con los plaguicidas.

El aumento en la incidencia del cáncer en todo el Estado está planteando graves inquietudes. Entre 1980 y 1999, por ejemplo, hubo:

- Un aumento del 67% en la incidencia del linfoma no Hodgkins;

- Un aumento del 86,4% en la incidencia del cáncer de próstata;

- Un aumento del 273,4% en la incidencia del cáncer de tiroides;

- A partir de 1980 la incidencia de todos los tipos de cáncer combinados prácticamente se ha duplicado en Tasmania.

Este Estado se destaca también por su porcentaje de diabéticos, el más alto de Australia, con más de 5.000 casos nuevos registrados en los últimos tres años. Según Christopher Stopp, director ejecutivo para Tasmania de Diabetes Australia, esta cifra representa “una epidemia que podría destruir el sistema de salud”.

La industria se esconde atrás de la limitada ciencia de la toxicología para justificar sus peligrosas prácticas. La ciudadanía no puede defenderse cuando la carga de la prueba del daño recae sobre las familias y los niños sin recursos que sufren la presencia de los plaguicidas no solamente en el agua y los alimentos sino también en sus cuerpos.

La esclerosis múltiple es siete veces más común en Tasmania que en Northern Queensland, y “Tasmania tiene tasas mucho más altas de enfermedades coronarias, obesidad, hipertensión y colesterol elevado que otros Estados australianos”.

En 2003 la autoridad de normas alimentarias de Australia y Nueva Zelanda (Foods Standards Australia New Zealand) hizo un estudio sobre la dieta australiana; se encontraron residuos de 36 tipos distintos de plaguicidas en una variedad de alimentos de consumo común. Pero se trató apenas de análisis limitados. Los residentes de Tasmania y Victoria han expresado sus inquietudes relativas a la ingesta de plaguicidas por parte del ganado de pastoreo, con inclusión del ganado lechero, pero la acción tanto del gobierno como de la prensa en este dilema ha sido casi completamente ineficaz en cuanto a proteger a las personas y el medio ambiente.

La ironía es que no existen justificaciones económicas a largo plazo para el uso intensivo y en gran escala de los plaguicidas. Estas prácticas simplemente se refieren a que es la consecuencia de que los propietarios de la tierra sean empresas ausentes y del interés de dichas “empresas” de reducir los costos de mano de obra y obtener las máximas ganancias a corto plazo. La gran cantidad de pruebas disponibles en el mundo entero dejan en claro que hoy estamos experimentando los efectos de la exposición a largo plazo. Es muy posible que esto se extienda a las generaciones futuras, incluso en el improbable caso de que los plaguicidas dejaran de usarse hoy mismo.

Por Brenda J Rosser, Tasmanian Clean Water Network, correo electrónico: rosserbj@bigpond.com, www.geocities.com/rosserbj, basado en: “Tasmania Name Your Poison”, programa televisivo emitido por el Canal 9, 26 de setiembre de 2004; “Private timber reserves are exempt from the Land Use Planning and Approvals Act and the Environmental Management and Pollution Control Act”; “General Regulatory Failure of Pesticides in Tasmania and Australia”, http://www.geocities.com/rosserbj/pesticides_generalinfo.html; “Pesticide Abuse in Tasmania”,www.geocities.com/rosserbj; “Pesticide drift in the atmosphere”, http://www.geocities.com/rosserbj/drift.html; “More Cancer and a Higher Mortality in Tasmania”,http://www.geocities.com/rosserbj/cancer_rates.html; “Cancer in Tasmania 1980-1999”, Registro Oncológico de Tasmania, Instituto Menzies de Investigación, Universidad de Tasmania, citado en la presentación de Pete Godfrey relativa a la Revisión del Tratamiento Tributario de las Plantaciones Forestales, 10/07/05; “State's Diabetes Dilemma”, Mark Baker, The Examiner, lunes 8 de agosto de 2005, páginas 1 y 2; Christopher Stopp, director ejecutivo para Tasmania de Diabetes Australia, en el artículo antes citado; Centro Menzies, Tasmania, profesor Terry Dwyer, publicado por Nicolas Turner; Departamento de Salud y Servicios Humanos de Tasmania, http://www.dhhs.tas.gov.au/publichealth/foodandnutrition/policy.html; Limited science of Toxicology,http://www.geocities.com/rosserbj/toxicology_limits.html; No long term economic justifications, http://www.geocities.com/rosserbj/longterm_pests.html

- Chile: impactos de los monocultivos de árboles sobre la medicina Mapuche

La anexión del territorio Mapuche al estado chileno y la imposición de su sistema jurídico sobre todos los pueblos originarios que coexisten en el país, marca un cambio profundo en los modos de vida del pueblo Mapuche. Entre 1881 y 1907, despojada de su territorio, su autonomía y los bienes generados como sociedad agropecuaria, la población Mapuche fue víctima del hambre y de enfermedades que cobraron alrededor de veinte mil víctimas.

Con una experiencia milenaria, el pueblo Mapuche había sabido acumular una riqueza de conocimientos en diferentes campos, entre ellos la salud. El concepto de salud no se encuentra en el repertorio conceptual Mapuche, porque está integrado a todos los fenómenos de la vida misma; es decir, el estar bien, el estar mal, es salud. En cada momento que se vive, por cotidiano que éste sea, se va evaluando el transcurso de la vida. En cada encuentro que se da entre las personas existe un momento para preguntarse por su estado de salud, y así ese encuentro pasa a ser una autoevaluación constante de las personas acerca de sí mismas, de su familia y de su entorno. Estar bien o estar mal consiste en que el individuo como tal esté en equilibrio consigo mismo y con sus pares, su familia, sus seres más cercanos y queridos. También debe estar en equilibrio con su entorno social, cultural, político, ambiental, territorial, religioso y cósmico.

Desde ese concepto integral de la salud, el pueblo Mapuche desarrolló un vasto campo de conocimientos para resolver situaciones de enfermedad, apoyándose en el uso de diversos recursos medicinales obtenidos principalmente del bosque. Pero tanto esos recursos como su acceso a ellos se vieron constreñidos en la medida que la construcción de pueblos, ciudades y carreteras, la extensión de la red ferroviaria y la instalación del latifundio trajeron aparejados un incremento en la explotación de los bosques. La readecuación del territorio a los intereses del estado chileno acabó también con las rutas tradicionales utilizadas por las distintas identidades Mapuche, obstaculizando el intercambio de plantas medicinales desde diferentes entornos ecológicos.

A eso se sumó el desprestigio a que fue sometida la vasta diversidad de especialistas de medicina Mapuche. A lo largo de décadas de intervención, desde las iglesias cristianas y las instituciones de salud se dirigieron verdaderas campañas de desprestigio de los conocimientos indígenas, provocando una disminución de especialistas y una fuerte dependencia frente al sistema de asistencia médica oficial: un sistema discriminatorio, incapaz de satisfacer las necesidades de los sectores más desposeídos y menos aún de Mapuches residentes en zonas rurales, con dificultades de acceso debido a las distancias y con barreras instaladas por el desconocimiento de la diversidad cultural.

No obstante, el pueblo Mapuche, toda vez que pudo, preservó espacios silvestres o ecosistemas naturales que constituían reservorios de su medicina tradicional por contener una amplia gama de plantas de uso medicinal. La recolección se realiza bajo preceptos culturales definidos tradicionalmente por las “leyes del Ad Mapu”, o derecho consuetudinario Mapuche. Desde esta perspectiva, existen lugares que pueden ser utilizados por los seres humanos para vivienda y producción, mientras que otros tienen “ngen” (espíritu dueño que cuida el o los elementos que se le han confiado), y son los espacios sobre los cuales es posible advertir una amplia categorizaciónrelacionada con características del suelo, presencia de agua, altura y existencia de determinadas especies, donde el ser humano debe actuar con respeto y reverencia. Si necesita algún elemento debe pedirle permiso al ngen, sacar lo necesario, retribuir con algo y orar por su efectividad.

La existencia de estos espacios es vital para la continuidad de la Medicina Mapuche, porque es allí donde las plantas desarrollan su newen [fuerza o poder] y porque es también en algunos de éstos donde la Machi - la persona encargada de llevar a cabo los rituales terapéuticos y todas aquellas acciones destinadas tanto al conocimiento específico de la enfermedad como a la erradicación de la misma- encuentra los materiales con los cuales elaborar los elementos necesarios para llevar a cabo su papel ceremonial (como el rewe o altar, o instrumentos musicales como el kultrung,cuyo ritmo va marcando las diferentes fases de la lucha contra los agentes que han intervenido en el desencadenamiento de la enfermedad).

En las últimas décadas, la consolidación del modelo neoliberal ha impulsado un modelo de crecimiento económico asentado en la depredación del ambiente y la exclusión de diversos sectores sociales. En lo que hace a la población Mapuche y su medicina, esto ha implicado una disminución considerable de sus recursos terapéuticos, al punto del exterminio de algunas especies.

Uno de los agentes principales de esta depredación ha sido la expansión de las empresas forestales, que se fueron introduciendo en los territorios Mapuche aprovechando las condiciones generadas por la dictadura de Pinochet. Durante la misma, no solamente se promovió la transferencia de tierras a empresas privadas sino que también se otorgaron títulos de propiedad individual a los comuneros, con el afán de desarticular el sistema comunitario y permitir la venta de tierras a no mapuches, amparando engaños y abusos.

Las empresas forestales explotaron numerosos bosques nativos y luego los sustituyeron con plantaciones de pinos y eucaliptos, especies de mayor rentabilidad por su rápido crecimiento. En una verdadera invasión forestal, las plantaciones se extendieron a otros tipos de espacios, como mallines [ambientes húmedos poblados con gramíneas naturales], pajonales y vegas [pastizales en zonas de agua], utilizados tradicionalmente para cultivos agrícolas. Las extensas plantaciones en las inmediaciones de las comunidades provocan, por un lado, una gran disminución de los cursos de agua, aridez de los suelos, el exterminio de un gran número de especies medicinales. Por otro lado, en muchas zonas y como consecuencia de las fumigaciones aéreas para el control de organismos que afectan a las plantaciones, se produce contaminación de las aguas e impactos sobre los árboles frutales, las plantas medicinales que han logrado sobrevivir y los cultivos. También han desaparecido animales, aves e insectos que mantenían el equilibrio ecológico. Todo ello ha provocado trastornos en la salud de las personas y de los animales domésticos, con un grave deterioro en la economía de las familias Mapuche.

El exterminio de plantas en muchas comunidades Mapuche y la dificultad de acceder a ellas, se ha convertido actualmente en un tema recurrente en los discursos de las Machi, quienes ven obstaculizado su trabajo:

"Los remedios de la tierra son muy importantes, pero ya no existen, los ha exterminado el wingka [“el otro”, el blanco] a fuego, además le ha plantado pino, le ha plantado eucaliptos, por eso los remedios se acabaron, ya no hay lawen [plantas], se han terminado" (Machi de Rüpücura).

Desde la llegada de los españoles, el pueblo Mapuche ha visto su mundo trastocado por completo y ha debido adaptarse a circunstancias adversas en sus comunidades, siendo incluso expulsado a los cinturones de las ciudades, que concentran actualmente la mayor parte de la población. Sin embargo, los Mapuche siguen generando mecanismos de resistencia que preservan sus características culturales, lingüísticas, políticas y religiosas.

Frente a la invasión forestal en sus territorios, que está acabando con los recursos medicinales a la vez que agudizando los problemas de salud por la contaminación, los Mapuche defienden su espacio territorial y expresan con firmeza sus demandas, enfrentando a menudo la fuerza represiva.

Artículo elaborado en base a información obtenida de: “Intervención Externa Y Medicina Mapuche”, Ivonne Jelves Mella, Centro de Documentación Mapuche,http://www.Mapuche.info/mapuint/jelvesMella030325.html; “Propuesta para una política de salud en Territorios Mapuche”, Unidad de Salud con Población Mapuche, Servicio de Salud Araucanía Sur, Equipo Mapuche de Cogestión en Salud, http://www.Mapuche.info/mapuint/sssmap020400.pdf

- Los árboles transgénicos y sus amenazas para la salud

Aunque prácticamente no se los ha estudiado, los riesgos para la salud humana asociados con las plantaciones de árboles transgénicos son importantes y legitiman aun más el reclamo de una prohibición mundial de árboles producto de la ingeniería genética.

Los riesgos sanitarios pueden dividirse en las siguientes categorías: exposición a productos químicos peligrosos (como el herbicida RoundUp) que se aplican a las plantaciones; efectos nocivos de la inhalación de polen de árboles que producen la toxina bacterial Bt; riesgos asociados con el consumo de frutas de árboles transgénicos; riesgos de la utilización de marcadores con resistencia a antibióticos en la producción de árboles transgénicos.

Los dos rasgos de los árboles producto de la ingeniería genética que están más cerca de ser utilizados comercialmente son también los dos rasgos cuyos efectos sobre la salud pueden resultar más peligrosos: la tolerancia a herbicidas y la resistencia a insectos.

Los árboles se modifican genéticamente para que puedan resistir aplicaciones de RoundUp, el herbicida de Monsanto. En agricultura, el uso de los cultivos llamados “RoundUp Ready” (“prontos para el RoundUp”) ha llevado al aumento desmedido del uso del herbicida, del orden de 300 a 600%. Mientras que la mayoría de los estudios sobre los impactos de este herbicida se han centrado en su ingrediente activo, el glifosato, otros estudios científicos han demostrado que los ingredientes adicionales del RoundUp lo convierten en un producto el doble de tóxico que el glifosato solo.

El Instituto de la Ciencia en la Sociedad (Institute of Science in Society) informó en julio de este año que “un estudio epidemiológico de las poblaciones agrícolas de Ontario demostró que la exposición al glifosato prácticamente duplica el riesgo de abortos espontáneos en embarazos avanzados”. El informe continúa diciendo que diversos estudios recientes “sugieren una relación entre el uso de glifosato y el riesgo de contraer tipos de cáncer como el linfoma no Hodgkins... y el mieloma múltiple”.

El RoundUp ha demostrado que persiste en el medio ambiente hasta 360 días en algunos ecosistemas; a su vez, es común encontrarlo como contaminante en los ríos. Con todo esto surge la inquietud acerca de la salud de las personas o animales silvestres que vivan cerca de futuras plantaciones de árboles RoundUp Ready. Pero los riesgos planteados por la inhalación del herbicida son incluso más graves. Numerosos estudios han demostrado que la inhalación del RoundUp es mucho más peligrosa que la ingestión oral. Se prevé que las plantaciones de árboles transgénicos RoundUp Ready serían sometidas a fumigaciones aéreas con RoundUp, el cual se esparcería a las comunidades cercanas, que por lo tanto sufrirían graves consecuencias sanitarias.

También se están manipulando genéticamente árboles para que produzcan la toxina bacterial Bt en cada una de sus células y de ese modo puedan matar insectos. El Dr. Terje Traavik, de Noruega, informa que en la isla de Mindanao, Filipinas, un poblado entero cercano a maizales transgénicos presentó “reacciones respiratorias, intestinales y dérmicas, así como fiebre” durante el período de polinización de las plantas de maíz. En la sangre de estas personas se encontraron anticuerpos que indican una reacción inmunológica al polen del maíz Bt. Cuando las personas abandonaron el lugar sus síntomas disminuyeron, pero al regresar al poblado los problemas también regresaron.

La modificación genética de los árboles para que produzcan la toxina Bt podría ser sumamente peligrosa. Los pinos, por ejemplo, se destacan por tener una polinización muy abundante. Se sabe también que su polen puede trasladarse cientos de kilómetros. Las plantaciones de pinos que producen polen Bt podrían, así, provocar brotes generalizados de enfermedades.

El Dr. Traavik informa además que estudios científicos han identificado la toxina Bt como “agente activador, que aumenta la susceptibilidad de la persona a otros alergenos e inmunogenos”. Traavik se pregunta si este hecho puede tener relación con el increíble aumento de personas con síntomas de alergia que se ha visto en los últimos años en los países donde se consumen alimentos transgénicos. Otra preocupación surge de estudios en animales de los efectos de la toxina Bt, que demuestran que ésta permanece activa en los mamíferos que la han ingerido y que de hecho podría adherirse a los intestinos y provocar “importantes perturbaciones estructurales y crecimiento intestinal”.

Otros problemas relativos a las reacciones alérgicas ocasionadas por los árboles transgénicos derivan del consumo de las frutas de dichos árboles. En Hawaii y Tailandia, por ejemplo, hay árboles transgénicos de papaya para resistir al devastador virus de la mancha anular. Sin embargo, según un estudio publicado en BioMed Central Structure Biology, esas papayas transgénicas contienen una proteína de cubierta del virus de la mancha anular que incluye una cadena de aminoácidos idéntica a la de un alergeno conocido. En la Isla Grande de Hawaii las papayas transgénicas han contaminado más del 50% de los árboles de papaya silvestres y orgánicos, por lo que la gente no tiene forma de saber si la papaya que están comiendo está contaminada con este alergeno potencial.

El último problema sanitario que se tratará en este artículo es el riesgo que plantea la utilización de marcadores con resistencia a antibióticos para identificar las plantas modificadas genéticamente. En ingeniería genética se introducen marcadores con resistencia a antibióticos en el material genético que luego se insertará en el organismo que se quiere modificar. Esto permite a los científicos determinar fácilmente, mediante la aplicación de antibióticos, si el material genético se incorporó al organismo con éxito. La supervivencia del organismo significa que contiene el material genético con el marcador resistente al antibiótico.

La Asociación Médica Británica (BMA, por British Medical Association) declaró en un informe de noviembre de 2002 que “Existe un alto riesgo de que los marcadores con resistencia a antibióticos se incorporen a la cadena alimentaria, posiblemente dentro de organismos patógenos causantes de enfermedades humanas”. Los médicos ya se enfrentan a las dificultades que plantea la aparición de virus contagiosos resistentes a los antibióticos. La utilización de marcadores con resistencia a antibióticos en ingeniería genética amenaza con exacerbar esta situación que ya es peligrosa. La BMA continúa declarando que “el uso de marcadores con resistencia a antibióticos en los alimentos genéticamente modificados es un riesgo absolutamente inaceptable... y por lo tanto creemos que la utilización de marcadores con resistencia a antibióticos en los OGM [Organismos Genéticamente Modificados] debe prohibirse de inmediato”.

La aplastante declaración de la Asociación Médica Británica, que podría aplicarse a todos los riesgos de los árboles OGM antes mencionados, concluye diciendo: “Creemos que es esencial llevar a cabo evaluaciones de riesgo más amplias, en las que se incluyan las interacciones entre los transgénicos y los efectos a largo plazo sobre la salud y el medio ambiente, antes de que se siga avanzando con los ensayos a campo”.


Por Anne Petermann, Global Justice Ecology Project, correo electrónico: globalecology@gmavt.net , http://www.globaljusticeecology.org/

- El insalubre olor del dinero en los incendios forestales

Una vez más, los bosques de Indonesia están ardiendo. El humo de los incendios en Sumatra ha causado las peores condiciones de niebla en Malasia desde 1997. Una niebla de humo insalubre, mezcla de polvo, ceniza, dióxido de azufre y dióxido de carbono, ha cubierto Kuala Lumpur, la principal ciudad malaya, y otras 32 poblaciones. Las escuelas fueron cerradas y los hospitales se han visto desbordados de pacientes quejándose de malestares respiratorios. Según datos provenientes del Servicio de Salud indonesio de Riau, más de 1990 personas han sufrido infecciones de las vías respiratorias superiores y problemas oculares. El 11 de agosto, el estado de emergencia fue declarado en Malasia, cuando el índice de polución del aire alcanzó niveles extremadamente peligrosos en la costa oeste. El 12 de agosto la lluvia y la brisa dispersaron el “smog”, llevándolo hacia el norte.

Desde los grandes incendios de 1982-83 en Indonesia, que fueron registrados como los mayores incendios forestales del siglo XX, el fuego ha sido un evento recurrente en el país, causando un daño masivo no sólo dentro de sus fronteras sino también en los países vecinos, como Malasia y Singapur.

En 1982-83, 1997-98 y 2002, millones de hectáreas de bosques de montaña y de llanura, de turbera y de pantano ardieron mientras los animales y la población en masa huían del fuego. La niebla, que cubrió un área casi tan grande como Europa, interrumpió la aviación y la navegación por meses y causó serios problemas de salud. Incluso ciudades muy distantes fueron sofocadas por el humo, a tal punto que hubo que cerrar escuelas y aeropuertos; el tránsito se enlenteció en extremo, ya que nada se veía más allá de una corta distancia. El olor acre de la vegetación en llamas llenaba el aire.

Aunque el fenómeno del Niño provocó en 1997 una gran sequía, los incendios se intensificaron porque muchos bosques de Indonesia han sido gravemente dañados por la explotación forestal, tanto legal como ilegal. La sobreexplotación abrió la cubierta del bosque y, a falta de lluvia, éste se convirtió en yesca.

Por otro lado, la política de conversión generalizada del bosque está en la raíz del problema de los incendios forestales. El gobierno de Indonesia planea convertir millones de hectáreas de bosques en plantaciones agrícolas, de palma aceitera y de árboles maderables. Cada año, las empresas de plantación queman en sus concesiones de 1 a 2 mil millones de toneladas métricas de biomasa, como la forma más barata de limpiar sus tierras para la plantación de palma aceitera y árboles para madera. En estas prácticas se origina un gran porcentaje de los incendios forestales. En 1997, PT Torus Ganda, una empresa plantadora que operaba en Riau, Sumatra, fue la primera de una larga lista de 176 compañías acusadas públicamente de provocar incendios para despejar la tierra.

Además de su fuerte impacto sobre las economías locales, los incendios forestales son grandes generadores de gases tóxicos y partículas que contaminan el aire al esparcirse en la atmósfera. Son asimismo una fuente de gases que provocan el efecto invernadero y de gases reactivos, los cuales inciden directamente en el recalentamiento global y en las tendencias climáticas inmediatas.

En 1997-98, los incendios forestales en el Sudeste Asiático afectaron a unos 200 millones de personas en Brunei Darussalam, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia. En Indonesia, 41.000 personas tuvieron diarrea y 24.000 sufrieron infecciones respiratorias; en Papúa Occidental, 200.000 personas se vieron afectadas por la escasez de alimentos, mientras que 413 personas murieron de inanición y de cólera. Los medios de subsistencia de los pueblos del bosque quedaron destruidos y, como consecuencia, algunas zonas sufrieron escasez de alimentos.

Las advertencias de la Organización Mundial para la Salud sobre los impactos del humo sobre la salud mencionan los riesgos de cáncer a corto y largo plazo. Los incendios aumentan el peligro de contraer infecciones respiratorias agudas, una de las principales causas de mortandad entre los niños pequeños. De la comparación de los datos médicos obtenidos durante los incendios forestales de 1997/1998 en el Sudeste Asiático con los datos correspondientes al período 1995/1996, se desprenden las siguientes conclusiones sobre los efectos del humo en la salud humana: el número de casos de neumonía aumentó de 5 a 25 veces en el sudeste de Kalimantan (Borneo), y de 1,5 a 5 veces en el sur de Sumatra. En Malasia, el número de consultas externas por enfermedades respiratorias se multiplicó por 2 y por 3. En setiembre de 1997, en Jambi (Sumatra), el número de casos de infección del aparato respiratorio superior fue un 50% mayor que en el mes anterior. En los incendios forestales del año 2002, la salud y las vidas de unos 4 millones de indonesios fueron afectadas en Kalimantan central. De aquí a treinta años, esas personas sufrirán los efectos de la inhalación de humo, bajo la forma de enfermedades respiratorias serias, incluido el cáncer de pulmón.

Algunos culpan de los incendios actuales tanto a los agricultores locales como a las grandes empresas plantadoras. Por miles de años, los pueblos indígenas Dayak de Kalimantan han practicado tradicionalmente el cultivo itinerane (la así llamada agricultura de “tala y quema”) en sintonía con su medio ambiente natural. Ellos tienen experiencia y estrictas reglas tradicionales sobre la utilización del fuego para la limpieza de pequeñas parcelas de tierra agrícola. Aquellas prácticas tradicionales y de bajo impacto no pueden ser comparadas con el desmonte a gran escala realizado por las empresas de plantación por medio de incendios igualmente vastos, que destruyen inmensas áreas boscosas.

De acuerdo a la experiencia de incendios anteriores, la gente que está ahora siendo afectada por el incendio deberá enfrentarse en el futuro a serios quebrantos de salud. En línea también con experiencias pasadas, empresas de plantación de palma aceitera, mayormente de origen malayo, han sido identificadas por el gobierno indonesio como responsables de los incendios actuales. Como de costumbre, las ganancias de las grandes compañías de plantación están en el origen de esta tragedia. Sus incendios tienen un insalubre olor a dinero.

Por Raquel Núñez, WRM, E-mail: raquelnu@wrm.org.uy, basado en información extraída de: Ficha informativa Nº 254, OMS, http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs254/en/; “Effects of Indonesian Forest Fire”, TED Case Studies, http://www.american.edu/projects/mandala/TED/indofire.htm; “Forest Fires in Indonesia Blanket Malaysian Cities with Unhealthy Haze”, Associated Press, 3 de agosto de 2005, http://www.enn.com/today.html?id=8412; “The trail of destruction: A chronology of the fires”, Down to Earth Nº 35, http://dte.gn.apc.org/35su1.htm; Casey, Michael, “Indonesia to prosecute companies over haze”, 15 de agosto de 2005, http://news.yahoo.com/s/ap/malaysia_haze.

WORLD RAINFOREST MOVEMENT MOVIMIENTO MUNDIAL POR LOS BOSQUES Secretariado Internacional Maldonado 1858, Montevideo, Uruguay Correo electrónico: wrm@wrm.org.uy Página web:http://www.wrm.org.uy Editor: Ricardo Carrere

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