sábado, 16 de março de 2013

Una ciudad sin coches es posible

Numerosos estudios demuestran que el aire de las ciudades en las que el tráfico motorizado llega al centro y cuya ordenación territorial propicia atascos periódicos, está contaminado con diferentes moléculas algunas de ellas extremamente dañinas para la salud de sus ciudadanos. Si bien el transporte supone un 14% del total de la contaminación de un país, en los núcleos urbanos este porcentaje es de entre un 40 a un 80%. Hoy en día, vivir cerca de vías que soportan gran densidad de tráfico a diario, supone aumentar el riesgo de padecer numerosas enfermedades entre las que se incluyen el cáncer, la diabetes y las dolencias cardiovasculares. Conociendo este problema, las soluciones pasan por alejar el tráfico de las zonas residenciales ayudando así a limpiar el aire y logrando mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. La ciudad holandesa de ‘s-Hertogenbosch es un caso interesante de ciudad que ha logrado eliminar completamente el tráfico motorizado del centro aportando alternativas para, a la vez que se mejora la calidad del aire y la salud de sus ciudadanos, le fomenta el comercio local. 


‘s-Hertogenbosch es una ciudad holandesa de 140.000 habitantes que desde hace muchos años y como muchísimas otras ciudades de todo el mundo, había sido invadida por el automóvil. Hartos de esta invasión contaminante, las autoridades locales han desarrollado nuevas ideas con el objetivo de eliminar todo tipo de tráfico motorizado del centro. Su centro histórico es hoy en día un remanso de paz y de aire limpio donde los ciudadanos pasean o van en bicicleta y en el que el comercio se ha visto muy favorecido. Cuando se comparan fotografías de la ciudad en los años 60 con la actualidad, se aprecia cómo el ciudadano ha ganado el espacio y se siente mucho más cómodo y seguro. En las fotografías de los 60, se aprecia que Holanda no ha sido siempre un país volcado hacia la bicicleta, si no que el alto índice actual de usuarios que utilizan la bicicleta como medio de transporte habitual, ha sido el fruto de las sucesivas políticas que han fomentado su uso. 

Además de ayudar a limpiar el aire y reducir el ruido, el hecho de apartar el automóvil del centro de las ciudades ayuda a mejorar los negocios comerciales en los cascos antiguos de las ciudades. Un centro peatonal fomenta el paseo de los turistas y permite a los diferentes negocios mostrar su oferta de una forma mucho más relajada. 

Para acceder al centro de la ciudad de ‘s-Hertogenbosch, los automovilistas pueden aparcar sus vehículos en las afueras, aunque resulta bastante caro (2 euros cada hora). Este alto precio pretende animar a los ciudadanos a que acudan a realizar sus compras en bicicleta. Para quienes no puedan circular en bicicleta o simplemente no lo deseen, se han habilitado autobuses que realizan el trayecto desde la proximidad de las autopistas hasta el centro. De esta forma los conductores evitan el alto precio del aparcamiento de la ciudad. Para hacer esto viable se han construido enormes zonas de aparcamiento en la proximidad de las autopistas de acceso a la ciudad en las que se paga solamente 2 euros por día, precio que también incluye el traslado en autobús hasta la ciudad. 

Iniciativas como la de ‘s-Hertogenbosch demuestran que es posible alejar el tráfico de los centros de la ciudad y ofrecer al ciudadano alternativas sin que supongan ningún tipo de discriminación ni menoscaben el comercio. Las imágenes de los centros históricos de muchas ciudades, con sus aceras invadidas por automóviles mal aparcados, los eternos atascos para entrar y salir de las mismas y los problemas de salud que conlleva la contaminación que provocan deben, de forma casi urgente, entrar a formar parte del pasado y dejar paso a otra idea de ciudad en la que el ciudadano sea el principal actor y beneficiario del espacio urbano.

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